Capítulo 59

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Para Joaquín,

No amo nada en el mundo tan bien como a ti, y antes de esto no sabía que eras vital para mí. Todos mis errores y mis aciertos han sido para llegar hasta ti.

Tú fiel esposo, Emilio.


Tres años después...

Joaquín:

Cuando Maddie y yo llegamos a casa de su clase de ballet, se detuvo frente a la puerta y extendió una mano para detenerme.

—Espera, papi. Tienes que cerrar los ojos y contar hasta cincuenta antes de entrar. Papá y yo tenemos una sorpresa especial. No puedo decirte lo que es, porque es un secreto.
Jadeé dramáticamente, agarrando mi pecho con ambas manos.
—¿Una sorpresa? ¿Especial, dices? ¿Y es un secreto? ¿Para mí? ¡Dime que es chocolate! Lo es, ¿verdad? Pestañea una vez para decir que sí, entonces podrás decirle honestamente a tu papá que no dijiste una palabra y no estarás mintiendo.
Maddie empezó a reírse.
—¡Papi! Se supone que no debes decirme cómo hacer trampas.

Negando con mi cabeza, di un suspiro.

—Los niños de hoy en día. Ya te digo. Cuando tenía tu edad, te hubiera dado las gracias si un adulto me hubiera dado un consejo sobre cómo evitar decir la verdad sin tener que decir una mentira.
Maddie no estaba impresionada. Obviamente había sido entrenada por Emilio porque tenía una cara de póquer perfecta mientras repetía.
—Cierra los ojos y cuenta hasta cincuenta y luego puedes entrar.
Me puse las manos delante de la cara y fingí que me acobardaba el miedo.
—Muy bien, muy bien. No tienes que enfadarte conmigo, princesa.

Puso los ojos en blanco y abrió la puerta lo suficiente para entrar antes de cerrarla firmemente detrás de ella. Sonreí a la puerta, amando cada segundo de esta vida que tuve con mi único y verdadero amor y los hermosos hijos que tengo.

Escuché algunas voces bajas dentro, pero eso no me pareció correcto. Mirando por encima del hombro, hacía el garage vi el coche de mis padres, y el de Renata aparcado. Vale, eso tiene sentido. Es mi cumpleaños supongo que por eso vinieron.

Seguí jugando según las reglas y cumplí mi promesa. Conté silenciosamente y no abrí la puerta hasta que me conté hasta cincuenta en mi cabeza. Cuando abrí la puerta, un montón de globos me golpearon en la cara y escuché varias voces gritando.

—¡Sorpresa!

Empecé a batear globos a un lado, al menos un par de docenas si no había más, y mi corazón empezó a acelerarse por la excitación cuando escuché otras voces familiares mezcladas con las de mis hijos. Si no me hubieran bloqueado los globos, los habría visto de inmediato.

Hubo varios sonidos fuertes que me hicieron saltar antes de que me diera cuenta de lo que estaba pasando y rápidamente decidí que podía subir a bordo con esa idea. Saqué las llaves del coche de mi bolsillo y empecé a reventar globos hasta que apareció una cara familiar.

Emilio se sonrojó con una sonrisa de pena.

—Es muy posible que me haya excedido con los globos.

Alguien en el fondo gritó la palabra “insuficiente” entre los sonidos de más globos estallando. Probablemente Renata. Hubo muchas risas acompañando los sonidos de los globos siendo destrozados hasta que el suelo se cubrió con un mar de confeti de goma mientras una cantidad mucho más razonable de globos flotaban a lo largo del techo con cintas de plata rizadas arrastrándose a su paso.

Mr. Perfect Match || Emiliaco M-pregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora