Capítulo 58

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Joaquín:

Unos días después, por fin nuestros delicados bultitos y yo nos vamos a casa. Mientras veo a Emilio asegurar a Frankie en el asiento del auto que hizo que mi papá instalara ayer, mi corazón se halla abrumado por amor y felicidad, es tan grande que cualquier molestia se ha disipado.

Los nombres de los mellizos vinieron de manera fácil y darlos después que me se sentara con cada bebé el primer día. Por alguna razón, esos no eran nombres en la lista infinitamente larga que había hecho en los últimos meses, pero eran los más adecuados, no obstante. Francesco y Robert eran perfectos. Ambos son absolutamente adorables. Los bebés llegaron antes, pero sanos, afortunadamente. Cada vez que vomité mi almuerzo, gané un kilo valió la pena por mis preciosos y amados niños.

-Qué pequeño parece. ¿Cómo es esto correcto? -Tira del cinturón de seguridad para apretarlo más.
Froto la espalda de mi Robbie mientras espero en la silla de ruedas. Por el protocolo del hospital no puedo caminar hasta el estacionamiento. Bien por mí. Ya he caminado demasiado-No te olvides de la envoltura del soporte para la cabeza.
-Lo usé. Todavía hay espacio. ¿Qué pasa si tenemos que frenar de repente?
-Por eso mira hacia atrás. Y por eso tienes tres espejos en la parte de atrás, para que puedas verlos.

Se limpia el rostro, claramente angustiado.

-Voy a conducir a ocho kilómetros por hora. Ni un kilómetro más rápido.
Me río entre dientes. -No hay discusiones aquí.

Nos lleva otra media hora poner a Robbie en su asiento, mientras Emilio maldice por lo bajo y suda. No bromeaba sobre conducir a ocho kilómetros por hora.
Lo molestaría, pero entiendo la paranoia.

Había dejado su paranoia una vez estuvimos en casa, Maddie era la hermana más feliz del mundo los observaba durante horas, había estado sacudiendo a ambos en sus portabebés parecía asombrada por tener dos pequeños muñecos frente a ella, tanto que quería cargarlos. Siempre que Emilio se acostaba en el sofá con alguno de los mellizos no con ambos sobre su pecho, Maddie quería acurrucarse a su lado también y fingía dormir igual que ellos.

Había tomado cientos de fotos, porque Emilio había practicado lo suficiente como para poder cargar a los dos, uno en cada brazo sin miedo de que pudiera tirarlos. Aunque eso le impidiera sujetar a Maddie.

-Son tan hermosos, Joaquín -Emilio puso cuidadosamente la tetina del biberón en la boca de Frankie y luego monitoreó cada movimiento que hice con Robbie hasta que me senté en la mecedora junto a él en nuestra sala.. Rápidamente coloque el biberón en los labios móviles de Robbie. Éste tomó agresivamente la botella en su boca.
-Es gracioso cómo lo hace. Apuesto a que le encantará la comida -dijo Emilio, aún concentrado en cada movimiento que hacían sus bebés, tanta ternura en sus ojos oscuros.
-Yo también lo creo. -Coloqué el babero debajo de la barbilla de Robbie para recoger cualquier leche perdida.

Emilio imitó su movimiento con Frankie. Mientras con su pie movía el bouncer de Maddie que dormía frente a él. Mi corazón estaba muy lleno de amor y felicidad mientras se empapaba en el momento. Las palabras de mi padre resonaron suavemente en mi cabeza. Había aprovechado la oportunidad de vivir, me atreví a volar, y ahora el siempre y para siempre con el que solo había soñado se completaba con mi familia a mi lado.

Oscureciendo la habitación por control remoto me acomodé en mi lugar. Este se había convertido en su momento favorito del día. Cuando mi familia se instalaba así, el sonido de las sillas en el piso de madera desnuda, balanceándose de un lado a otro, junto con la música suave de las olas que llenaba la habitación. Nada podría ser más dulce que compartir esto con el amor de mi vida.

Observe el perfil de Emilio en el suave baile de las llamas mientras la nieve caía tranquilamente más allá de la gran ventana de cristal. Sí, había sido bendecido enormemente.

Mr. Perfect Match || Emiliaco M-pregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora