Extra: La ruta más difícil

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Joaquín:

Llegamos tarde a casa luego de visitar a mi mamá por su cumpleaños, yo arrope a los niños en su habitación mientras Emilio llevó a Maddie a la suya, cuando ambos terminamos nos acomodamos en nuestra cama para ver una película.

Era tarde pero Emilio había estado jugando fuera dos semanas, y está tarde cuando llegó solo dejo su equipaje de mano y salió directo a la fiesta de cumpleaños de mi mamá. Emilio estaba eligiendo una película cuando su teléfono empezó a sonar en su maleta al otro lado de la habitación.

—Yo lo traigo —le dije. Tomé el bolso deportivo y busqué en el bolsillo lateral cuando una tarjeta de visita salió volando. Le pasé el teléfono y me incliné para recoger la tarjeta.
—Es mi padre. Voy por algo de agua. ¿Quieres algo? —preguntó.

Sacudí la cabeza, y me dio una sonrisa antes de salir de la habitación.

Dios, estaba feliz. Siete años y todavía no podía acostumbrarme a extrañar a mi marido. Los niños preguntaban por él ansiosamente cada día que estaba fuera. Sé que él odia dejarnos pero jugar lo hace extremadamente feliz. Y yo soy feliz por él.

Sonriéndome a mí mismo por disfrutar cada momento, recogí la tarjeta para ponerla de vuelta en su bolso cuando me di cuenta que era una tarjeta de cita con el nombre de Emilio garabateado en la cima. No decía qué tipo de médico era, pero había estado programada para hace cinco días.

No había mencionado nada acerca de un médico. Pero, por otro lado, no habíamos estado juntos por unas cuantas semanas. Tal vez todavía no era una conversación requerida. Mis fantasmas del paso tocaron la puerta. Pensé en el secreto tan grande que me oculto Brett. Me sentí tonto por pensarlo, en nuestros planes todavía hay otro bebé por tener.

Debería haber respetado su privacidad como un adulto maduro y poner la maldita cosa de vuelta en su bolso y esperar que él lo discutiera conmigo cuando estuviera listo. Pero no lo hice. Usando la barra de búsqueda en mi teléfono, escribí el nombre del médico. La confusión pasó sobre mí cuando los resultados aparecieron.

Doctor Cadem Randall, Oncólogo.

Volteé la tarjeta, pensando que tal vez había leído mal. Pero ahí estaba, el nombre de mi marido en negrita, con la fecha y la hora en un recordatorio de cita para ir a ver a un oncólogo.

Mi garganta engrosó mientras mi mente empezó a girar con tantos pensamientos que casi me mareé, las personas simplemente no acudían a un oncólogo para una revisión anual o por que tenían un resfriado. Ni siquiera lo requería una lesión.

Oncólogo significaba cáncer.

Y Emilio, mi Emilio, mi marido, el padre de mis tres hijos, mi mejor amigo, había tenido una cita con un oncólogo.

Podía escuchar la voz de Emilio murmurar en el pasillo, así que me levanté de la cama y caminé hacia él. Mi rostro debe haber sido un reflejo del caos que sentía dentro, porque cuando se giró hacia mí, frunció su ceño, y la preocupación arrugó las esquinas de sus ojos marrones.

Levanté la tarjeta de cita, y el color desapareció de su rostro.

—Uh, papá. Te llamaré luego. —No esperó la respuesta antes de terminar la llamada.
—¿Qué es esto? —gruñí.
Parpadeó.
—¿Revisaste mis cosas?
Di un paso hacia él. Mi estómago estaba apunto de volcarse.
—Se cayó cuando saque tú teléfono. ¿Qué es esto?
—Es una tarjeta de cita —dijo, evitando mis ojos.
—Sí. Entiendo eso. Pero, ¿por qué tuviste una cita con un oncólogo?
Arrancó la tarjeta de mis dedos.
—No es nada, Joaquin. ¿Vamos a ver esta película o qué? —Pasó a mi lado en su camino a la habitación.

Mr. Perfect Match || Emiliaco M-pregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora