Mr. Perfect Match || Emiliaco M-preg

Capítulo 42

Maratón 3/3

Joaquín:

El celular de Emilio lleva ya sonando al menos unas cinco veces. Y no puedo moverme. Emilio se quedó dormido sobre mí y parece que no tiene intención de quitarse.

—Emilio.— digo mientras intentó empujarlo pero me abraza más fuerte.—Emilio apaga tú teléfono.
—Shhh.— dice sobre mi cuello haciéndome cosquillas.
—El sol ya salió y tú tienes entrenamiento hoy.— digo empujan con todas mis fuerzas y él no se mueve.
—¿A mí que me importa que salga el sol?.— pregunta, y quiero reírme pero ni siquiera puedo hacer el intento.
—Ahí está sonando otra vez. Bájate yo lo apago.

Emilio levanta la cabeza y se ríe.

—No puedo moverme — dice mirando hacía la mesa de noche dónde dejo su celular.
—¿Por qué?— pregunto con la voz más ronca que de costumbre.
—Me duele el culo, Joaquín.— dice soltando una profunda risa.—Es culpa tuya que no pueda levantarme.
—Eso no es culpa mía.— digo golpeando su culo desnudo—Yo no era quien gritaba “Oh sí, bebé. Más, dame más.”
—No me arrepiento.— dice besando mi nariz.—No puedo ir a entrenar así de todas formas, tengo un poco de resaca.

Lo dejo que se relajé sobre mí y lo envuelvo entre mis brazos, dándole la vuelta quedando sobre él.

Jesucristo.

Mi espalda.

—Bien. Dile a tú entrenador que hoy no hay entrenamiento porque cumple años su hija.— dije dejando su celular sobre su pecho mientras iba al baño a preparar un baño caliente.
—Te amo a ti y a tu culo arrogante.— grita desde su lugar en la cama y sonrió por lo feliz que me siento.

Me propuso matrimonio.

Levanto mi mano para mirar mi anillo y es hermoso, con una línea de diamantes en solitario de corte esmeralda y de forma redondeada, el tamaño es perfecto, delgado y brillante de la misma forma que el suyo.

Eternidad.

Él quiere una eternidad conmigo.

Cuando el agua está lista salgo para encontrarlo acostado con el teléfono tirado a su lado y su brazo sobre la cara. Lo estudio unos segundos, miró su mano y su anillo brilla a la par con el mío. Y lo hacían lucir muy hermoso con sus rizos negros enredados sobre su cabeza.

—Vamos. Te he preparado un baño.— digo golpeando su pierna. Abre los ojos y son tan cafés y sus pupilas son gigantes.—Arriba que nos hemos perdido el desayuno. Y no he visto a Maddie desde ayer.
—Bien. Bien.— dice sentandose.—¿Me ayudas?— pregunta y quiero reírme pero asiento con una sonrisa.
Le ofrezco mi mano y la toma poniéndose de pie.
—Buen día, prometido.— dice besando mi cabello.
—¿En serio vamos a hacer esto?.— pregunto emocionado.
—Si. Por si no te quedó claro anoche consumamos nuestro compromiso.— dice pasando su mano pero mi cintura.—Ahora a tomar un baño.

Se mete al Jacuzzi y deja un espacio en el que me invita a sentarme detrás de él, pasando mis brazos por su pecho y lo inclinó para que quede recostado sobre mí. Le muerdo el hombro lo que lo hace ponerse de lado para mirarme mientras se aferra a mi con fuerza.

Permanecimos así durante mucho tiempo. Sin embargo, ni de lejos lo suficiente. Se alejó de mí y miró hacia nuestras manos entrelazadas.

—Así que —entonces sonrió tímidamente—. ¿Qué te parece casarnos en noche vieja?
—¿Quieres casarte en qué, seis semanas — Oh joder.
Se encogió de hombros y se rió.
—Sí. Quiero iniciar el año nuevo siendo tú marido.
—¡Santo cielo me voy a casar¡— digo asintiendo ante la idea.
—Yo también.— dice riéndose.
—¿Cuándo quieres que les digamos?.— pregunto.