Tumbados en la cama, admirando el techo o el pecho de Leo, ya que mi cabeza estaba encima de su calurosa piel, permanecimos en un extraño pero acogedor silencio en el que pretendíamos quedarnos dormidos. Ninguno lo logró. Suspirando, escuché sus latidos mientras acariciaba pausadamente el vello que le crecía en el pecho.
-¿Te parece entretenido acariciarme el pelo del pecho? -preguntó divertido.
-Es que es extraño -escuché un sonido suyo como de risa- En todo tu cuerpo no tienes pelo por ninguna parte y no es porque te hayas depilado -dije antes de que él se adelantara- Pero este rizo -hice un pequeño tirabuzón- Permanece en pie como un soldado que todavía necesita entrar en guerra. ¿Sabes porqué?
-¿Necesito contestar enserio a eso? -preguntó divertido haciendo que yo hiciera un mohín mientras le miraba- Sinceramente no lo se. También lo veo muy curioso ya que, como tu dices, a excepción de la cabeza y ese remolino que estás haciendo, no tengo pelo por mi cuerpo.
-Bueno, creo que puede ser un efecto colateral de tu parte lobo.
-¿Tu crees? -preguntó con lo ojos cerrados mientras respiraba profundamente.
-Es solo una suposición. ¿Cómo explicas que ni en tus axilas ni en tus piernas tengas ni un solo pelo? -solo se encogió de hombros- La única opción lógica que encuentro, es que al tener una parte que cumple con ese requisito, ¿para que molestarse la otra contraparte?
-¿Donde decías que estudiaste? -preguntó jocoso y su voz sonó muy ronca.
-Calla, bobo -le di un suave golpe en el hombre haciendo que sus brazos me rodearan con más fuerza.
-Me gusta tú teoría, Darwin.
-¿Darwin? -pregunté parpadeando.
-¿Eres un bibliotecario y no sabes quien es? -preguntó pesadamente sintiendo sus labios sobre mi sien y su cuello muy cerca de mi cara.
-¡Claro que se quien es! ¿Por qué no iba a saber que él...?
Pero me tuve que callar ya que, en un solo parpadeo, Leo se había vuelto a quedar completamente dormido. Suspirando mientras esbozaba una sonrisa, levanté un poco mas la vista para quedarme admirando lo que Leo me estaba ofreciendo y solo, era para mi.
Esa cara aniñada, de piel tersa, sin ninguna arruga y oscura; su nariz respingona; labios carnosos y completamente besables; cejas gruesas que habitualmente estaban tensas ya que, siempre tenía el ceño fruncido; orejas alargadas y puntiagudas pero que no sobresalían de su cráneo; mentón ancho y posiblemente un poco deformado pero, no por ello lo afeaba; cuello fino lleno de cicatrices blancas y venas sobresalientes; hombros anchos con brazos musculados.
Tragué saliva y antes de poder seguir deleitándome con tan magnífica vista que este hombretón me estaba ofreciendo, él consiguió de alguna manera darse la vuelta y como estaba preso entre esos brazos, me llevó arrastras haciendo que él quedara bocabajo y su cabeza encima de mi pecho y yo, quedé completamente bocarriba y con el peso extra de Leo. Al estar en esta posición, era algo casi imposible de moverle y lejos a hacerle daño y que me llevara un gruñido por su parte, me quedé debajo de este pedazo de carne o manta caliente ya que, daba más calor incluso que una manta caliente.
Suspirando, miré hacia el techo y al tener el cuello y pelo corto de Leo, comencé a aspirar su aroma. Seguía oliendo a tierra y a perro mojado pero, como se había duchado en mi casa, ahora tenía, como olor extra, el limón. Acariciando su espalda, suspiré y cerrando los ojos lentamente, comencé a quedarme dormido sintiendo de nuevo, esos olores que se colaban por mi cuerpo haciendo que esa sensación de tranquilidad, fuera lo último que sintiera.
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El bibliotecario y el guardián
Random¿Creéis en el destino? ¿Pensáis que la sangre une algo mas que el destino? Eso es lo que pensaba Leo al encontrarse nuevamente con aquella persona que había jurado proteger pero, tenia un ligero problema. La luna es su peor enemiga. Des, es un bibli...