Cuando habia bajado para trabajar en la biblioteca, algunas personas se encontraban en la entrada esperando. Les sonrei y abriendo la puerta, entraron detras de mi. Yo me acomode en mi sitio y encendiendo el ordenador, me puse a trabajar, realizando algunas cosas que tenia pendiente pero al mirar un poco a mi izquierda, vi el cuaderno que me habia bajado. Lo mire con demasiada atencion y aunque no queria aprovechar mis horas de trabajo para leer, guarde el cuaderno en un cajon para evitar tentativas.
Durante varias horas, en las que trabaje duro, me tome un apacible descanso. Me acomode en mi silla y mirando durante unos minutos mi movil, desvie mi mirada hacia el cajon donde habia dejado el cuaderno. Me estaba tentando demasiado y sentia que el cajon podria arder y lejos de provocar un incendio, cosa probable, lo saque del lugar que lo habia guardado. Sentia, de manera extraña, como el peso el libro recaia sobre mi y abriendolo, por el mismo sitio que lo deje el otro dia, comence a leerlo, aunque fuera durante poco tiempo.
Despues de que habia recibido esa carta, se comportaba de manera extraña. No queria estar mucho tiempo a solas conmigo y eso, se notaba y a pesar de que parecia inventarse cualquier excusa, le intentaba creer pero era inevitable pensar que estaba escondiendo mas cosas que las que uno podia llegar a pesar pero un dia, la cosa cambio cuando Damián se acerco a mi cuando estaba cepillando a uno de sus caballos.
-¿Perdón? -me toco el hombro y eso me asusto haciendo que pegara un sonoro grito.
Me di la vuelta y le vi sorprendido. Iba muy elegante, todo habia que decirlo pero agarrando las crimes del caballo que estaba limpiando, haciendo que el animal se pusiera nervioso, mire con algo de reproche a Damián ya que no me gustaba que me asustaran.
-¿Te he asustado? -pregunto divertido restregandose el pelo revoltoso que habia en su nuca.
-Si -conteste gruñendo- ¿Que querias?
-Necesito que me acompañes.
-¿Como? -alce una ceja.
-Necesito llevarme a alquien y, dado que Miguel esta algo enfermo y Giselle lo esta cuidando...
Me quede mirandole algo torbo y sin tener mucha idea de lo que podria hacer. Por una parte, tenia ganas de ir con el pero, sabia que, dentro de unos dias, la luna llena aclamaria todo el resplandor de la noche y no podria protegerle del animal mas peligroso. Osea, de mi mismo. Me abrace con algo de temor y mirandole a sus hermosos ojos avellanados, desvie mi mirada hacia su camisa pulcra e insultantemente blanca negando con la cabeza.
-Lo siento, pero realmente no puedo hacerlo.
-¿La luna? -pregunto aunque la respuesta era mas que evidente- Lo entiendo. Solo queria no sentirme tan solo en la cena que tengo en Versalles.
-Versalles esta a unos dias de aqui en carruaje y no quiero...Ya sabes.
-Lo entiendo -me miro y senti su mirada con aplomo- ¿Ya esta listo? Quiero partir cuanto antes.
-Si, el carruaje llego hace no mas de 10 minutos. Estara esperando en la puerta principal.
-Esta bien -y mirandome de nuevo, como queriendome decir algo, me sonrio y dandome una amistosa palmada en la espalda, desaparecio. Era lo mejor.
Desde ese dia, no le habia visto ya que habia partido a Versalles. No me gustaba la expresion final que habia puesto pero no podia remediarlo. Siempre habia sido un niño consentido y yo estaba cayendo, de cierta manera, a esos encantos pero, una tarde en la que me habia sentido inquieto, no podia hacer mas que pensar en Damián y aunque me estaba preparando para irme a un lugar lejano, ya que se acercaba las peores horas, mire con impaciencia la puerta.
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El bibliotecario y el guardián
Rastgele¿Creéis en el destino? ¿Pensáis que la sangre une algo mas que el destino? Eso es lo que pensaba Leo al encontrarse nuevamente con aquella persona que había jurado proteger pero, tenia un ligero problema. La luna es su peor enemiga. Des, es un bibli...