Tú historia

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Despertando en un valle parcialmente nevado, me encontraba rodeado principalmente por unos pequeños roedores que me miraban con inusual curiosidad. Levantando mi cabeza con cierta lentitud, ellos movían los bigotes y las orejas pero salieron espantados cuando una enorme y antropomórfica figura en forma de lobo, se sentó con brusquedad al lado mío. Asustándome en el acto, él me miró con guasa pero no dijo absolutamente nada. 

Durante un momento, no supe realmente cuanto, nos mantuvimos callados y a pesar de sentir terror que hacía que se calaran hasta los huesos, nos supimos que decir. Pasando mi mano por la hierba congelada, la sentí terriblemente cálida pero nada más. Yo sabía que los sueños eran muy raros.

-Volvemos a encontrarnos... -lo escuché reír de manera sonora empezando la conversación.

-Creo que va a ser una costumbre encontrarnos de esta manera -gruñí.

-¿Tanto te disgusta verme? -preguntó sorprendido y me fijé en sus dientes afilados.

-Si.

-Me hieres un montón -dijo en tono de guasa.

-¿Por qué estoy aquí de nuevo? Tú otra parte no estaba conmigo cuando me dormí.

-¿Es que acaso no merezco un pasaje gratis a tus sueños? Me sigues hiriendo.

-No es eso... -vi que alzaba una ceja- Es solo que...Me resulta extraño que nos encontremos. Parece como si, el que estuviera siendo la marioneta, fuera yo.

-Y yo sigo sin comprender porque aparezco en tus sueños -se encogió de hombros- Creo que te lo dije en su momento.

-Lo sé....

-Ahora bien -carraspeó- ¿Sabes por qué éste idiota se ha puesto como un animal?

-Creí recordar que lo sabes todo.

-A veces me pierdo en el sendero de la vida -no entendí a lo que ésta parte se refería- Verás...No he podido ver nada. Había algo que me había hecho perder el control y conocimiento.

-Lo habían drogado. No lo culpes. Él... -tragué saliva- Él se sacrificó por mi. Esa copa de vino no era para él, si no para mi.

-Un gasto completamente innecesario -se encogió de hombros haciendo que yo me molestara.

-¿Podrías dejar de decir eso? -dije sin pensar.

-¿Cómo dices? -frunció el entrecejo y vi que su cola se movía enérgicamente al tiempo que se crispaba- ¿Qué he dicho?

-Has dicho exactamente las mismas palabras que la mujer que lo drogó.

-¿Acaso estoy mintiendo? "Leo" se sacrificó por ti. Algo que para mi gusto, veo totalmente innecesario. Siempre sacrificándose por.... -pero se quedó un momento pensativo sin terminar la conversación- Ya veo porqué... -dijo en tono conciliador.

-¿El qué? -le pregunté mirandole directamente.

-Los humanos sois todos iguales. Queréis saber lo que pasa al instante.

-Es que no puedes dejar la cosas a medias -bufé haciendo que se riera- ¿Y ahora te ríes?

-No sabía que te irritabas con demasiada facilidad. Es más divertido así.

Y sin venir a cuento, cogí un poco de nieve y se lo tiré a la cara haciendo que éste se sorprendiera al tiempo que, abría sus amarillentos ojos. Me levanté y comenzando a caminar sin tener mucho en cuenta hacía donde, escuché los pasos crujientes de la otra parte de Leo cuyo nombre, no me había dicho.

El bibliotecario y el guardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora