Había pasado cerca de dos semanas desde que Leo me había pillado llorando, a moco tendido, sobre el salón de mi casa debido a lo que había leído en su momento. En ese tiempo, a parte de que todo estaba demasiado tranquilo, él no preguntó nada al respecto y yo no quise comentarle nada por no remover ciertas partes de su pasado.
En ese tiempo, había estado trabajando y estado pendiente de la gripe de Marta y a pesar de que Leo también estaba pendiente de ella, no quería cargarle con más cosas de las que tenía a fin y al cabo, él tenía que ayudar a René con la investigación de los niños desaparecidos o de el hijo de ella; a Gabri con su establecimiento, aunque no en el plano sexual como me hizo prometer, o simplemente, venía de descargar tanta energía en el gym de Fran, que llegaba exhausto a casa aunque procuraba no mostrarlo.
También, por lo que pude apreciar, es que él se estaba mostrando más cariñoso conmigo que de costumbre y siempre aprovechada, cuando nadie veía para robarme besos o cualquier muestra de afecto. No es me resultara extraño o lo odiara pero si que me daba bastante vergüenza aunque, él se divertía mucho haciéndolo y poco le importaba demostrar su "gratitud" hacía mi en público.
Una de las cosas que me gustaba de tener a Leo a mi lado, a pesar de que él también estaba ocupado con ciertos temas, era que la total confianza y protección que me daba y a pesar de que en más de una ocasión le había pillado mascullando entre dientes respecto a ciertos temas (las personas que, según él, me coqueteaban), siempre estaba a mi lado y podía contar con él, en el caso de que no pudiera cuidar a mi hija debido a mi trabajo.
-Des -alcé la vista por encima de mis gafas y vi que se trataba del diablo y su rostro se veía algo exhausto- Necesito pedirte un favor.
-Claro. Dime lo que necesitas.
-Voy a... -se calló de pronto mientras carraspeaba- Necesito un par de días libres. Necesito ocuparme de un asunto que requiere de mi presencia.
-¿Puedo saber de que se trata? -pregunté y noté que mi voz sonaba muy ansiosa.
-No...Puedo decírtelo. Es secreto.
-Oh... -mi decepción fue palpable- C-Claro. ¿Cuándo necesitas esos días?
-Hoy y mañana. Te lo hubiera pedido antes pero...Con la fiebre de tu hija, René que me sigue precisando, a pesar de que no avanzamos mucho y...
-No hace falta que te me des explicaciones -mi voz y gestos estaban tensos- Puedes irte. No eres mi trabajador como para que me des explicaciones a donde vas.
-¿De verdad?
-S-Si.
Aunque no quería que se fuera, comenzaba a sentir de cierta manera su ausencia a pesar de que seguía conmigo. Tal vez me había acostumbrado a estar a su lado, que me resultaba extraña cuando él no estaba.
-Perfecto -sonrió y vi un rubor en su rostro- Nos vemos en unos días.
-Si... -tragué saliva- En unos días nos... -las palabras se me trabaron.
-Por cierto -le miré antes de que se fuera por la puerta- Imagino que si pero....¿Estás libre este finde semana?
-No tengo trabajo y si no me surge nada, estoy completamente libre.
-Perfecto -dijo de nuevo- Hasta dentro de un par de días. Ah, y vístete elegantemente -y como vino, se fue al tiempo que me dejó con la palabra en la boca y con cara de desconcertado.
No me molestaba que fuera tan misterioso, impulsivo y desconcertante pero, había momentos en los que realmente no sabía que pensar con respecto a lo que él decía o simplemente, hacía. Sus acciones y sus palabras no cuadraban y eso era, lo que me descolocaba.
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El bibliotecario y el guardián
Random¿Creéis en el destino? ¿Pensáis que la sangre une algo mas que el destino? Eso es lo que pensaba Leo al encontrarse nuevamente con aquella persona que había jurado proteger pero, tenia un ligero problema. La luna es su peor enemiga. Des, es un bibli...