Habitación 405

8 1 43
                                    

Abriendo los ojos, me encontraba ante un paisaje completamente nuevo. Era una llanura verdosa, rodeada principalmente por cascadas de agua cristalina con un enorme arcoiris que surcaba un cielo azulón. Había un gran árbol de hojas verdes, con flores blancas que me enamoraron enseguida. Sonreí ya que, el árbol de magnolias para mi siempre me ha gustado.

-¿Te gusta? -preguntaron de pronto y me di cuenta que en las abultadas raíces, estaba tumbado el lobo que siempre me encontraba en mis sueños. Bosteza con mucha tranquilidad.

-Pero, ¿Cómo has...?

-A mi no me mires -se encogió de hombros- Eres tú el que controla los sueños. Yo solo habito como un parásito en el subconsciente.

-¿Seguro que no tienes nada que ver con esto? -negó con la cabeza.

-Lo prometo. Este tipo de cosas no se me dan tan bien -paró de hablar- Aunque reconozco que, es un hermoso paisaje.

-Si. Si que lo es -tuve que reconocer.

Todos los colores se mezclaban entre si y sentándome a una prudente distancia de él, pude disfrutar del paisaje. El sol nos daba de lleno en la cara, mientras disfrutábamos del arrullo de las aguas tranquilas que dejaban todas las cascadas que había a nuestro alrededor. El sol, daba a algunas de las hojas del árbol, un color escarlata muy intenso.

-Ojalá Leo pudiera ver esto... -dije sin pensar bajito.

-Podría -eso me sorprendió- Pero eso requeriría hablar con él aunque yo se que no lo haría.

-¿Lo has intentado?

-Todo el tiempo... 

Y como no decía nada más, decidí que en otro momento le preguntaría. A fin de cuentas, siempre aparecía en mis sueños y en algún momento, tanto el contenedor como el contenido, tendrían que tener una larga y tediosa charla. Tal vez, para entenderse mejor.

-Es una pena... -y al ver el rostro desconcertado de este lobo, quise saber algo que me llevaba rondando en mi cabeza desde que me lo confesó mi hija- ¿Te puedo hacer una pregunta?

-La harías de todas formas -se encogió de hombros.

-¿Como que apareces en los sueños de mi hija?

-Vaya -vi su hilera de dientes- Habéis tenido "esa charla"...

-¿De que charla hablas? -pregunté levantando una ceja.

-No puedo decirte. Es secreto entre tu hija y yo -me guiñó un ojo.

-Todavía no has respondido a mi pregunta.

-Si te soy sincero...No tengo idea. Eso mismo me pregunté yo cuando aparecí en los lindos sueños de tu hija aunque supongo -se quedó momentáneamente callado- Se puede deber al linaje de sangre que nos une.

-Pero la sangre se ha mezclado bastante.

-Un linaje no deja de ser un linaje -se encogió de hombros- O si no...¿Cómo explicas que solo los Aeva, justamente tengan ese hermoso mechón dorado en el pelo? -me ruboricé- Por eso digo que...El linaje, no deja de ser el linaje.

-¿Por eso apareces tanto en sus sueños como en los míos? -creo que ni él sabía como responder a eso. Quizás no se lo había plateado o tal vez si pero no me lo quería decir- ¿Te puedo hacer otra pregunta?

-Hoy veo que es el día de las preguntas -dijo sarcástico pero no lo negó.

-¿Como te llamas? -pregunté mientras él seguía observando las hojas del árbol.

El bibliotecario y el guardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora