Corría el año 1945 cuando....
-Espera, ¿que ocurre aqui?
Salí un momento de la lectura ya que habían pasado mas de 10 años desde ese acontecimiento y ni siquiera Leo se había dignado a escribir que había pasado. Miré por si alguna hoja estaba arrancada pero todo estaba en orden.
-¿Que había pasado como para que Leo hubiera prescindido de esa parte de su vida? -pensé mientras me rascaba con un poco de fuerza la cabeza intentando construir los aparentes hechos- ¿Y si...? -volví a pensar pero nada de lo que pudiera armar, era convincente. Tendría que preguntarle la próxima vez que le viese, si es que alguna vez pasa.
No sabía con exactitud cuándo volvería a verlo y antes de internarme de nuevo en la lectura, pegué un brinco en el sofá ya que, el estruendo de un rayo me asustó. Dejando a un lado el cuaderno, me acerqué a la ventana y viendo cómo volvía a llover, los relámpagos se hicieron presentes.
-Ultimamente no para de llover... -pensé mientras deslizaba la mano por el frío vidrio.
Muchos pensamientos se arremolinaban dentro de mi mente al tiempo que veía como las gotas corrían por todo el cristal. No entendía del todo porque Leo había tachado todo aquello que había pasado yendo directamente a los acontecimientos de la II Guerra Mundial.
-¿Qué es lo que había pasado realmente como para que ni siquiera lo hubiera plasmado por escrito? -pensé mientras seguía viendo como el agua bañaba las calles de París.
Suspiré y cuando me separé del cristal para prepararme una taza de té oolong, ya que gracias a la influencia de Eliot hacia mi hermana también me había aficionado, un rayo cayó en la calzada. Me volví a asustar y a pesar de estar a unos escasos centímetros de la ventana, se me figuró ver una sombra grande, encorvada y cuadrúpeda.
Ladeando la cabeza de lado a lado, miré de nuevo con cierta curiosidad y al no encontrar nada que no fuera París encharcado debido a la lluvia, los rayos iluminando la zona y el aire azotando la ciudad, indicaba que todo estaba bien. Que solo era mi imaginación la que estaba jugándome malas pasadas.
Me di la vuelta y yendo hacia la cocina para hacerme una taza de té, por un momento me sentí ansioso. No entendía si lo que veía era real o un simple producto de mi imaginación. Tal vez echaba tanto de menos a Leo que me imaginaba cosas que no existían y eso hacía, que me estuviera volviendo tan loco como para imaginarme cualquier cosa referente a él.
-¿Tal vez esto ya se estaba convirtiendo en una obsesión enfermiza? -pensé pero me tuve que abofetear a los pocos segundos. No podía pensar en eso.
Mientras el té se calentaba en la tetera, fui a mi cuarto para hacer tiempo. Decidi que, pondría un poco en orden el armario de mi habitación antes de volver a enfrascarme con la lectura y una taza de té. Abriendo el mueble, me llevé una decepción grande ya que, estaba pulcramente ordenado y limpio, haciendo que bufara de frustración y cuando iba a cerrar el armario, me di cuenta que en un lateral bien escondido había una pequeña bolsa de papel. Por curiosidad, la cogí para ver que tenía dentro.
Metiendo la mano, solo senti 2 cosas. Una caja envuelta en papel de regalo y una bolsita de tela. Cogiendo la bolsita de tela, que resultaba ser transparente, me fijé que era el llavero de pingüino que mi hija me había regalado el nefasto día que ella y Leo fueron al acuario. Lo miré y todos los recuerdos de ese día, vinieron a mi mente haciendo que recordara ciertas conversaciones que quisiera tener enterradas:
''Cuando tengas tiempo, piensa bien las cosas. Espero que pienses en lo que es verdaderamente importante para ti y en aquellas personas que quieres tener contigo''
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El bibliotecario y el guardián
De Todo¿Creéis en el destino? ¿Pensáis que la sangre une algo mas que el destino? Eso es lo que pensaba Leo al encontrarse nuevamente con aquella persona que había jurado proteger pero, tenia un ligero problema. La luna es su peor enemiga. Des, es un bibli...