Mi primera vez

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-V-Vamos a la cama... 

Esa ultima frase fue un claro detonante para que diera luz verde a que podía pasar a otro nivel de intimidad. Apoyando mis manos sobre su abdomen para poder pasear mis manos por su pecho de manera nerviosa, le miré directamente a la cara aunque me molestaba que tuviera que mirar hacia arriba pero nunca se lo diría.

-Vamos.

Había dicho pero creo que se notaba que también estaba nervioso. Tomando su mano, me llevé sus nudillos a mis labios y besándolos con delicadeza, tiré tan fuerte de él hacia mi que nuestros pechos chocaron haciendo que él me mirara sorprendido. Tragué saliva y separándonos, fuimos a la habitación pero sin soltarnos de las manos. 

Cuando estuvimos dentro, Des comenzó a besarme con hambre mientras que sus manos intranquilas se paseaban con cierta posesión sobre mi cuerpo. Desabrochándole la camiseta que tenía, ya que me ponía bastante nervioso los botones, pude apreciar esa piel pálida, esos pezones rosados y cuerpo delgado. Tan delgado que cuando pasaba mi mano por sus costillas para acariciarle, podía sentir cada centímetro de hueso.

Notando que abría más la boca, me estaba dando acceso para que le besara con más intensidad y metiendo mi lengua con cierta timidez, él me la mordió aunque la palabra correcta sería que la estaba rozando y notaba sus dientes. Separándome de él, saboreé mis labios.

-Tienes una boca muy cálida -dijo sintiendo su sabor en mi propia boca.

-Tú también tienes una boca bastante caliente.

-Tú eres el que me pone caliente... -pensé pero creo que lo dije en voz alta ya que, Des me miró sorprendido y con un ligero rubor en su rostro.

-Tú... -pero en vez de seguir hablando, me cogió la mano y la llevó a su entrepierna mientras notaba como se endurecía- T-También l-lo haces.

Tragando saliva, deslicé mis manos hacia arriba y cuando mis dedos rozaron sus rosados pezones, no pude evitar pellizcárselos haciendo que pegara un extraño gemido que en mis oídos retumbó. Le miré sorprendido y cuando mis dientes ávidos mordisquearon tirando del pezón hacia afuera, jugué con la aureola del otro pezón, noté que temblaba.

-¿Tienes los pezones sensibles?

-N-No.

-¿No? -volví a pinzar para tirar del pezón contrario y jugar con mi lengua juguetona con el pezón que anteriormente había sido mordisqueado- ¿Estás completamente seguro? -vi que se mordía el labio inferior- ¿No vas a hablar? -negó con la cabeza- Está bien.

Sonriendo con algo de maldad, seguí mi camino hacia abajo y mientras repartía besos, mordiscos y caricias, notaba los dedos de Des sobre mi pelo y no sabía si intentaba decirme que siguiera bajando porque le estaba gustando o simplemente estaba sintiendo muchas cosas al mismo tiempo y no sabia como procesarlo.

Volviendo a sonreír, llegué al borde de sus pantalones y pegando un leve tirón, vi que sus calzoncillos azules estaban sobresaliendo. Bajando mis manos hasta las trabillas de su pantalón al tiempo que mi lengua comenzaba a pasearse libremente por la textura áspera del pantalón. Agarrando uno de sus muslos con una mano y frotando su pene semidespierto con la otra, acerqué mi rostro hasta la bragueta al tiempo que también lo lamía.

-¡Para! -eso me sorprendió y mirandole mientras tenia la tela de su bragueta en mi boca, subí.

-¿Que te ocurre?

Él me miró y vi un claro resto de excitación en su cuerpo. Cogiéndome de la mano que estaba frotando su pene, me levantó y antes de que me diera cuenta, me tiró con fuerza a la cama. Sorprendiéndome, vi que se acercaba a mi con paso decidido y ansioso. Como si el depredador fuera él.

El bibliotecario y el guardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora