Indulgencias.

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Llueve en Buenos Aires, y con este aire de melancolía, me miro en el espejo de mi cuarto y puedo comprender que sigo viviendo una vida que no elegí.
Y quien más? Acaso mis manías y malas costumbres se hacen mella en la rutina diaria?
Es que el reloj no puede limitar las fronteras del recuerdo...
La tristeza y el silencio carcomen a mi mente sin tregua alguna.
El mundo del desvelo, ahogado en alcohol y malas decisiones... Sentencias y sonetos mal explicados.
Es que la tolerancia jamás fue una buena herramienta para mi, llevo mis trastornos acumulados en los bolsillos, y nada más tiene motivo válido...
El cuerpo ya está excedido de estrés y noticias asesinas. Mi cuerpo, o el de alguien más, que sé yo.
Desgarrador, casi inhumano, un fantasma en esta ciudad tan grande.
Me niego a alimentarme, me niego a despertar en esta maldita realidad, me niego a entender que todo hice mal!
Primeros errores, todo engrosa mi prontuario, no puedo soltar el ayer, nada me calma, y sigo inoperante en calles llenas de miradas extrañas...
Como un cíclope ciego, como un cadáver que aún conserva algo de vida, como un anciano que envejece al revés. Como ser yo mismo sin poder ser yo mismo... Cuestionamiento absoluto.
No hay ningún tipo de indulgencia.
No hay resaca que me de temor, no hay gramáticas en estas indulgencias, no hay indulto a la cobardía ni a la estupidez... Solo hay presente.
Fe, supervivencia, razón, superficial, superstición, entendimiento procaz.
Títeres buscando el clímax, adaptándose a lo que no se puede adaptar. A vidas sin vida!
Como se hace para escapar del dolor interior?
Que hacer cuando los gritos ya retumban en tu garganta y las auroras se desvanecen?
Lluvias y silencios. Solitario fluir...
Pero el planeta sigue girando, a costa de los lamentables sentimientos que podamos recrear.
Mis párpados cansados solo buscan paz. Se hace la hora deseada, llega lentamente y pone un pie en el barranco. Riendo en falso, ve pasar imágenes, y se siente cobijado por la ansiada muerte.
Observamos el contexto de cada movimiento, y apostamos nuestras fichas en este cruel juego.
Es que hay furiosos ladridos eternos que no podemos callar!
El dolor está demasiado fresco. No hay abstinencia de la cual no se haga curado. Sigue al pie de la letra las prescripciones recetadas por el tiempo. Libera pasados infectados, recluta nuevos agujeros negros, y yace ante la inminente respuesta...
Lenguaje unilateral y obsceno.
Panteones y manicomios neutrales.
La distancia hiere. El alma se consume.
El ruido va infiltrando sus figuras. Ya no se siente seguro. Donde lleva esta cartelera de un guión malogrado?
Vasta y vástago, más somnolientos que de costumbre, vamos pagando esta muerte en cálidas y cómodas cuotas...
El trompo se detiene. Así, llegamos al final de los días...
Más muerte y provocación.
Malicia y pecado.
Y esta vida, que ya no podrá sorprenderme...

Amor, desamor y otras formas de morir (parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora