Ya no estás (a corazón abierto).

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Eran pasadas las 10 de la mañana cuando se congeló mi corazón, y mi alma se abrazó a la tuya para cruzar el arcoiris...
Tenías tanto que vivir aún! Sigue siendo ilógico que te hayas ido de esa forma tan abrupta y dolorosa.
Pasaron momentos, horas, días, y cada instante es una agonía fría y oscura.
Dicen que debería soltarte para dejarte descansar, pero como hago eso? Si desde que llegaste, nunca mas me sentí sólo. Estabas, siempre estabas y ahora no sé cómo continuar en esta vida tan injusta y precaria. No quiero soltarte, no puedo, eras lo único que me daba paz, calma y cordura para poder continuar. Sabías de todos los golpes que Dios me dio, y nunca pedías algo a cambio, salvo amor y caricias...
Te busco en cada lugar donde te gustaba estar, no puedo dormir y cuando lo hago deseo con mis entrañas que todo sea una pesadilla y que te veré bien abra los ojos por las mañanas... y sigue siendo realidad tu partida.
No puedo dejar de culparme por todo esto, te necesito, debí cuidarte del mundo y sus mierdas, te juro que lo intenté pero fracasé. Y como padre me siento una basura!
Eras mi alma, y ya no estás. Que poco consuelo puedo esperar en personas extrañas que intentan rescatarme de esta herida, sin que sepan que se siente perder a un hijo.
Porque eso eras, mi hijo, mi rey amado.
Vuelvo a casa y todo es un tormento. Tu presencia ausente inunda cada centímetro de mis aposentos, y mi cuerpo ya no da más, esta cansino, vencido, a punto de perecer...
No importa cuanto me esfuerce, las lágrimas brotan de la nada.
Y de que vale? Sin embargo es lo único que me queda.
Este vacío insoportable se estrella contra mí pecho tenso, y a cada segundo espero que un paro cardíaco termine con todo esto para (ojalá) llevarme hacia donde estás...
Desearía que hubiera algo que podría decir o hacer, entregar mis riquezas, quizás alguna extremidad, algo como para retroceder el tiempo y poder volver a mirarte a los ojos y decir que te amé desde los primeros instantes que te tuve entre mis brazos. Ese momento cuando te llevé a casa, todo pequeño y asustado por lo que sucedia.
Mil veces estuviste cuando caía, pero ya ves, ahora soy yo mismo quien me arrastro hacia abajo. Y no me resisto.
No estoy listo para concluir esta historia, porque nunca me enseñaste a vivir sin ti...
Tu luz en mi será perpetua, porque alejaste a la maldita y oscura soledad.
Lloro y me golpeo mirando tus fotos, intentando comprender...
Ya nada es verdad, ya nada me queda.
Mi mente es una bomba en penumbras que esta masacrando cada intento vano de salir.
Y todo es amargo, sabes? Estoy aquí, escribiendo, bebiendo y llorando porque me quedaron demasiadas cosas por decirte.
Como hago para escapar de los residuos de la inmensa culpa que siento?
Es que si tengo que matar al culpable, seria suicidio. Y me salvaste mil veces cuando intentaba acabar con mi vida. Y esta fue mi paga, no pude hacer nada para salvar tu existencia...
Te hice mil canciones, mil poemas que solo tu sabías que existían... y no puedo batallar contra esta asquerosa angustia.
Si, mi rey, estoy todo roto. Y no puedo dejar de ahogarme en alcohol intentando que el dolor se vaya.
Todo continúa y me arrastra por inercia. Porque desde que te fuiste me volví un mísero autómata...
Todo se torna más pesado, y me siento congelado en el tiempo.
Extraño, hipocondríaco, esquizofrenico y demasiados epítetos para esta realidad.
Lo único que puedo prometerte y prometerme es que jamás te olvidaré, y que a pesar de que ya no estás, tendremos esas charlas donde te contaba las peripecias cotidianas.
Ricky, siempre fuiste mi alma, mi más hermosa coincidencia!
Mi hijo, mi hijo amado, mi Ricardo Rubén, mi Ricky, mi panzón, mi mosho... tantos y tantos nombres y sobrenombres que supiste llevar.
Odio que así sean las reglas de la vida y que no hayas sido eterno. Porque siempre me imaginé que yo partiría primero, sabes?
Dios me debe muchas respuestas, y algún día, cara a cara, le diré que los recuerdos no se pueden abrazar...
Así, mi vida se desgarra. Y poco me importa.
Ya no estás, y es todo lo que me queda...

Amor, desamor y otras formas de morir (parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora