Amor, desamor y otras formas de morir (parte 2)

Anímate.

Ya mi mente no alimenta soledades, y cada una de mis decisiones llevan tú nombre. 
Mientras recorro este camino, trato de borrar mis huellas, huyendo hacia ti. Necesito estar ahí... 
El signo del tiempo, cada pensamiento gris y los males de ausencias pude enterrar cuando te conocí. 
Quiero raptar diariamente todos tus sentimientos... 
Procuro tenerte conmigo lo más breve posible. Un instante fugaz, un momento de felicidad extrema. 
Eres una luz en la fría penumbra, en la cual estaba sumida mi existencia... Y salvaste mi vida. 
Deseo pronunciar una promesa. 
Amaría cumplir todas las ilusiones vividas, encontradas, creadas a merced de un amor tan puro y cristalino... 
Esos extraños seres ya no recorren mis sueños desde que eres la dulce protagonista de mi mundo... Y te amo! Con suave y violenta intensidad... 
Dejame decirte que eres el amor de mi vida. Déjame besarte como sí todo el tiempo realmente existiera en este mar, la calida brisa de las almas que se unen hacia una eternidad... 
Buscare la manera de que lluevan estrellas a lo largo de tú piel... Y se que lo conseguiré! 
Anímate a soñar... Yo sere tú compañía. 
Ciertamente, me enseñaste a renacer... 
Y pude sentir que ya no necesitaba nada más. 
Déjame amarte, hoy. Quizá mañana ya sea tarde... 
Vivía en agonía... Vivía en decadencia... Y llegaste como la suave calma, para que mi corazón comience a latir otra vez al ritmo del amor. 
Juro amarte hasta el fin de mis días... Extrañarte se volvió costumbre! 
Escucha, aún hay tiempo de revivir todo lo que perdimos antes de conocernos... 
Vuelve a mi. Cada día... 
Mientras los ángeles gritan tú nombre cada noche, mi amor crece... 
Lo cierto es que te amo como nunca ame a nadie. No tardes en regresar a mi...