Amor, desamor y otras formas de morir (parte 2)

Cuanto puede costar?

Seguir viviendo así, cuanto puede costar?
Entre ataques de pánico, entre más incertidumbres que certezas, entre lo que puedo llegar a sentir que creen los demás y lo real, entre lo tenso y lo roto...
Entre sueños de muerte y soledad, entre los ausentes y los que acompañan pero no suman, entre espectros que aún a esta edad siguen acusándome de cosas que solo fueron malentendidos.
La gente es malévola, la vejez se avecina, ya no hay tiempos de vino y rosas, ya no hay estándares de la verdad ni puños en alto, ya no tengo la seguridad de ser una buena persona.
Es que mis derrotas son muy duras, y aun sigo pudriéndome en los rincones... Quien nada debe, nada teme. Pero aún hasta el peor paria merece una nueva chance de saldar deudas.
Muero a cada instante. No puedo recuperar nada de lo que me hacía feliz, y puede sonar tétrico, pero hay una idea fija en mi cabeza que no me da tregua, que es una huida de cobardes pero que sigue latiendo... Y quizás todo acabe, y mi paso por este mundo sea solo un mal recuerdo para algunos, tal vez otros tengan melancolías de momentos bellos...
Y mañana es tarde, ahora es un suspiro y los otoños se acaban.
Papeles escritos con palabras sin sentido, inertes muecas en un espejo que se mimetiza con la irracionalidad y oscuridad de mi alma, los amores conversos que pasaron en mi vida. Y nada tiene explicación. Ahora mismo, estoy muriendo.
Siempre sufrí más que lo que hablé, las resacas ya no son de mala saña, que los auxilios los pido con lágrimas... Traiciones acumuladas.
Ya no hay momentos en los cuales pueda sonreír, ya no hay banderas de los rendidos, ya no hay gustos y sinsabores. Y te juro que jamás me gustaron las despedidas.
Heridas abiertas, manifestaciones de hipocresía, sensibilidad de epidermis que se acaricia con amor y recelo.
Solo, triste y solo. Viejo, vacío, cansado, incapaz.
Ya no sé repartir mis emociones. Repito el mismo error cada vez, como si fuera sobre escrito.
Sangrando, siempre sangrando.
Ruidos extraños provienen de fuera de mi cuarto, y yo me estremezco temblando y llorando por el miedo.
Y la misma idea rondando con más fuerza...
Alguna vez me sentí potente, y hoy todo me da terror...
Quizás el suicidio solo sea huir cobardemente...
Pero no veo otra salida.