Al borde del colapso.

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Suelo preguntarme cuantos pañuelos más vamos a saturar secando las lagrimas que personas que no nos valoraron.
Con todo eso a cuestas, hay lumbres que se vuelven sombrías, miradas que se tornan dulces y grises a la vez, candiles que alumbran a ninguna parte.
Encaramos un nuevo día sin tener certezas de que pasará. Quizás nuevas sorpresas desagradables salten de nuestros bolsillos!
Cuéntale una historia al infinito, cierra los ojos, imagina que casi todo o el todo sin igual vuelve a manifestarse hacia todo aquello que creías poseer...
Una nueva ejecución, una nueva desolación sin libertad.
Es que de las entrañas nacerán nuevos deseos inmortales. Tal vez así sea más fácil de olvidar...
Blanco y marfil, torturado por su propia existencia, y todo depende demasiado de la ansiedad.
Hechizos descriptos desde un diván, liberando fuerzas sin fuerzas, con la seguridad que nos brinda un antifaz!
Quizás ese fuego que cabalgaba en mi interior se extinguió.
Por las noches me invaden esos ritmos infernales, una fiebre inevitable golpea a mi nuca sin cesar, y esos porvenires sin promesas siguen allí...
Quisiera que el alcohol sea la respuesta a todo!
La espera me asquea muchísimo. La inmensidad de mi habitación no me sirve de refugio. Hay humedad, mucha melancolía y un memorándum de preguntas sin respuestas.
Vuelvo a recorrer este laberinto de adoquines y malos momentos. Es que mi vuelo se siente preso, y la partida es inminente! Mil lamentos sin realidad.
Es que la desdicha es todo y nada, enmudecen los recuerdos, y seguimos latiendo un poco más mutilados que ayer...
Al borde del colapso!
Dictando esta cuenta regresiva, las flores muertas me sonríen desde un callejón, como si esta visión de mi alma fuese algo malo.
Algo se esconde detrás de ese huracán.
Encadenado a los recuerdos de esa piel que jamás fue mía.
Mil y una noches con sueños recurrentes, que no son de este mundo pero si son reales, inmerso en antagonismos y sonoras incalificables.
Abdicación en mi maldito interior. En mi conciencia ya no hay comprensión, el veneno va consumiendo todo lo bueno que algún día residía en mi.
Aturdido, trato de pensar en que instante mi sangre se volvió tan fría.
Y eso que no pido recompensas!
Tal vez esa inocencia subyugaba a aquellas heridas tan profundas.
Si tan solo alguien me ayudara a olvidar que no soy más que un montón de células sin sentimientos...
Ya no hay almas que tengan descanso, ya no hay raíces donde apoyarse, solo quedan remordimientos opacos.
Al borde del colapso, tránsito mi propio infierno, y ya no hay torturas dentro de mis venas...
Y quizás ello sea mucho más o mucho menos de lo que algún día pude merecer...
Sabores agrios. Estorbos en la memoria. Equivocaciones...
Así, se funden nuevos gritos. Quizás sea esa la última promesa que jamás llegará a mis costas...
Esquizofrenico y autómata, aquí puedes encontrarme... Al borde del colapso.

Amor, desamor y otras formas de morir (parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora