Hombre roto (carta de suicidio)

13 0 0
                                    

Quizás, algún día la fidelidad sea recompensa de aquellos que continuamos en este largo viaje llamado vida... Sabiendo que la muerte siempre ganará la carrera.
Tal vez lleguemos al final, de un modo u otro. Una nueva advertencia de que no todo lo que reluce tiene luz propia, ni tú, ni yo, ni esos poderosos sentimientos que no nos dejan dormir por las noches...
Y si no soy digno? Puedo ver dentro de mi corazón, en medio de esa oscuridad que me inunda, y solo acumulo mentiras de aquellos que alguna vez dijeron que me amaban. Es así, todos somos villanos en una historia mal contada, y esos pequeños karmas insaciables van desmoronando a lo que creíamos que era correcto.
Más sólo que ayer... Menos que mañana!
Las cenizas de mis destrezas se escapan de mis pupilas, como una extraña carcajada que viene de la calle y no puedo descifrarla... Quédate esta noche, comparte mis historias de desamor, no sueltes mi mano, no soy tan malo. Solo estoy bastante roto por dentro!
Déjame sentirte, el aire poco a poco se agota, voy dejando mi cuerpo un poco más inerte que hace unos segundos... No sueltes mi mano, dame esa poca cuota de misericordia...
No quiero sentirme tan perdido!
Es eterna voluntad que termine de esta manera, pero puedo soportar otro poco solo por volver a darte una caricia en el rostro, un beso en la frente y decirte que ya es mi tiempo de descansar...
Hace frío, siento a mi ceguera hacer estragos, y ya no hay milagro, respuesta o salvación que me aleje de este destino.
Por favor, mantente despierta, alerta, no hay donde escapar... No quiero dejarte pero debo hacerlo!
Te necesito... No me mires así, no quiero que me reconozcas en este modo, todo seco y frágil, vulnerable.
La lucha no es retornable, al final no todo está tan mal, y volveré a mis principios... Tierra de tierra.
Y no era tan fuerte después de todo... La peor muerte es la psíquica, la peor derrota es contra tu propia mente, la peor cobardía es el suicidio. Pero reza una plegaria por mi, ya todo acaba.
Encontraran esta carta junto a mi cadáver, y no quiero que te culpen por nada. Fuiste todo aquello que me daba felicidad, un cable a tierra, un hermoso escape de toda la mierda que tenía dentro de mi putrefacto ser.
Guardaré como recuerdo tu aliento, aquel que me llenaba de vida al sentirlo en mi cuello en las noches repletas de amor!
Este sacrificio no será en vano, te lo prometo, algún día volveré.
Tengo un hueco en medio del pecho, ahí, donde dicen que debería estar el corazón... Pero ya no es tiempo de hablar de cosas vanas. Todos terminamos siendo obsoletos...
Toma un respiro, aún puedo ver el fuego y las lágrimas en tus ojos... Quizás no puedes creer que haya tomado esta decisión. Puedes llorar, gritar al viento todos los por qué que no logras comprender... Vuelve a tomar el papel, mi confesión aún no termina.
Recuerdo perfectamente aquella tarde en la cual te conocí, la primera caricia, la noche en que fuiste mía por primera vez... Aquella pelea que te hizo llorar, esas risas por un chiste malo que hice, los abrazos a mis mascotas, tus palabras cuando tenía un ataque de pánico, esas increíbles anécdotas sobre mil vidas pasadas...
No llores, está decisión es solo mía.
Soy un hombre roto, merezco un poco de crédito.
Las heridas abiertas no sólo sangran, es fácil encontrar todo lo que esta mal, cierto?
Fuiste bálsamo en este mundo tan equivocado... Te arrastrabas a través de mi piel, respiraba tu nombre, siempre estaré para ti. Era esa la promesa, no?
No me queda nada más para dar, solo este golpe perfecto que nadie se espera.
Fuiste candor cuando yo peleaba contra mis enemigos internos... Y eso es algo que jamás olvidaré, esté donde esté.
Sufro lentamente, ojalá tuviera el valor de decirte todo esto cara a cara. Pero esa es una dulce agonía que no puedo recorrer, por más que quiera.
El cielo arderá, las tinieblas ya llegan, y yo parado en medio.
No sufras, este es mi destino, el que estaba escrito para mi.
No llores, solo déjame ir.
Hay una delgada línea entre todo lo que sientes en este momento, pero quiero que sepas que lo nuestro fue real... Bastante real para mí.
En que me convertí? No lo sé.
Pero es lógico, los monstruos internos nos consumen lentamente...
No llores. Apacigua el seño de tu rostro, porque fui muy feliz!
Pero llegó el momento de partir... Quiero que sepas que todo estará bien.
Te espero allá arriba, donde los dolores no existen, donde podamos amarnos sin terceros, donde no hay un fin.
Quizás la sangre derramada pueda decir algo. Que fue mi decisión, que es lo que necesitaba, y que el amor que siento por ti siempre será perpetuo... Adiós, amada mía, dulce y preciada gema... Siempre estaré cerca de ti, de una forma u otra. Te lo prometo...

Amor, desamor y otras formas de morir (parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora