Destino de soledad.

1 0 0
                                    

Destino de soledad, ya no te burles de mí. Estoy demasiado cansado, agotado para tanto desenfreno, y creo que ya no merezco tantas roturas en mi alma... Por allí se me escapan las esencias encriptadas, y ya me veo con los lentes de otras personas y mis deseos de esta noche caminan por veredas opuestas. Tan opuestas que ni siquiera pueden oler ese aroma a miedo que parpadean!
Ya no hay palabras, ya no hay fidelidad, ya no hay conurbano donde me sienta cómodo.
Impuro y embriagado, lleno mis suspicacias con letargos indescriptibles... Además de dolores que crujen.
Hay pulso? Dijo la enfermera...
Hicimos todo.
Embaucar... Diseminado, parte de todo, y muy procaz.
Hay métodos para mentir?
Llegamos a tiempo, antes del festín del diablo.
Aunque no crean, ya sentía el viento de frente que me llevaba.
Amalgama, tibios estupefacientes, manjares de otras épocas, todo suave y pestilente en mi lengua.
Destilente, ceremonioso, afiebrado, suculento... Llegamos realmente al tiempo?
Es que hay tantas escaleras que guardar... Aburrida quietud.
Destino de soledad, leños grises, resarcimientos e indemnización.
Es que son demasiados poderosos tus crímenes! No hay deidad que pueda socorrerte...
Miércoles 9 de septiembre, no hay rastros... Nada, nada!
Llegamos a tiempo? Preguntó la enfermera... Pareciera que tiene demasiada vida de más. Y no alcanza con una bala.
Añejado. Vieja hoguera...
El doctor mira extrañado. Es que tiene tanta fama que sin quererlo lo van a purgar.
Celos sin celos... Este es el paraíso de los olvidados, donde no se leen habitualmente los papiros ni las suspicacias urbanas.
Bailamos con la muerte a diario, pero es tan fácil olvidarse.
Y si realmente deseamos a ese crepúsculo, que culpa tenemos?
Llegamos, dijo alguien...
Demasiados psicofármacos, gritó alguno que no sabemos quien es.
Y siempre el frío presente.
Dale, agita el avispero conmigo, te prometo algo más que dulces esquizofrenias.
Esta cárcel es así, querido desconocido. No te atormentes.
Hacemos mella, obligados a quedarnos y a escapar en si, somos propiedad, todo se desplaza sin confesión, de costado y hacia una que otra parte... Sin dejar huella.
Detenerme debes. Por Dios!
No me dejes! Llegamos a tiempo?
Su piel está fría... Temeroso. Distanciado. Inerte. El médico no oprime ni un quejido.
Bueno, no me desespero, ni me aislo, ni siquiera siento pánico ni piedad... Es un simple simulacro de muerte. Aquella que viví mil veces en mis pesadillas, y que hoy se hace real... Y como un viejo fantasma sin rumbo, simplemente deseo que todo acabe y encontrar, al fin, mi morada.

Amor, desamor y otras formas de morir (parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora