Podemos morir demasiadas veces.

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Cuantas noches mal dormidas voy acumulando? Sin siquiera pestañear, voy recibiendo a la madrugada, con el único interés de solo respirar...
Retumban los recuerdos en el pecho, es este maltrecho corazón que no asimila las heridas!
Mi alma es de piedra y de hielo, y cada vez que llega el alba vuelve a partirse.
Gangrena de pieles extrañas, ruidos un poco despiadados y un otoño eterno...
Un soplo impuro, en algún momento llegará el día D!
Es que los nudos de mi conciencia son demasiado fuertes, están apilados en el muro de mis propios desaciertos. Y creo que nada más queda.
Esos instantes languidecen entre el viento de los vivos y sus palabras sin sentido.
Brillando desde el fango, maldigo a mis súplicas y escribo estas líneas. Fango, lodo, sangre...
Un enorme vendaval de sueños desmedidos y desorientados.
No hay vuelta de llave, ni perdón divino, ni una meta que afianzar...
Dementes indisolubles, así vamos recorriendo los minutos, mirando al exterior, la esperanza nunca vuelve y todo enferma más de lo habitual!
De que sirve el contenerse?
Como con las alas tatuadas por un sinfín de cicatrices...
El plan aún puede fallar!
Es que no puedo llenar mis bolsillos de porvenires y de remontadas épicas!
Desde el peñasco que forme en mi cabeza estoy colgando muchos recuerdos en cada azulejo que veo, el tiempo se detiene y me convierto en un fantasma puro y deudor.
Desde mis poros llueven mares, desgarro mis cuerdas vocales en un nuevo grito hacia la nada, y trato de dormir sin escuchar mis latidos...
Es que podemos morir demasiadas veces, acribillados por los demás... pero nuestra fosa está abierta, volvemos a resucitar y nos quedamos allí, inertes pero respirando. Sintiendo mis pasos, atento a las invocaciones.
Bajo este sol maldito voy masticando cristales y malas palabras. Esta es la cosecha de mis decisiones erróneas.
Una dársena de comisuras arremete ante mis vanidades, y en el hueco que hay en mis espaldas tengo esa sombra colgada, adyacente, somnolienta, atrevida y acusadora. Me señala, soy el próximo, el número se asemeja a llantos y desvaríos... como si fuera un consuelo que no para de dar vueltas.
Arrullo de libertad. Jornadas de mierda.
Podredumbre de amor... de que valió el lastimar mis labios? Cuanto cuesta este sueño, si se transforma en pesadilla?
No solicité que me arrancarán una costilla, no le rogué a nadie por una caricia, tampoco pedí nuevas oportunidades... solo abandonar.
Fui, soy y seré la nada misma. Atributos de un trino que se resquebraja.
Entro en ese aguacero de lunas sin brillos, caen en mis sábanas e inundan de silencio cada parte de mi habitación. Es que no hay día después de esto!
Ya nadie cruza los dedos por mi.
Ríos quietos, el aturdido cuento que escribí en mi enloquecer con palabras demasiado baratas aúllan en el destino.
Mi castillo de naipes se desmorona. Sonetos nocturnos, martillazos que resuenan y una apuesta mal hecha.
Sonrojadas pasan las horas, ideas locas, soy un camaleón enriquecido con traiciones de viejas épocas. Síntomas...
Y no, querido lector, no hago apología sobre el suicidio. Solo trato de plasmar en palabras esta agonía a la que llamamos vida!
Quizás, de esta forma, las ausencias duelan menos...

Amor, desamor y otras formas de morir (parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora