Enterrando la culpa.

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Ya perdí la cuenta de cuantas veces grité tu nombre por las calles...
Razones poco concientes, lluvias suburbanas, y aunque ya no tengo la edad donde pueda arrepentirme de mis otoños mal vividos, intento rememorar cada vez que escuché tu risa en mis tardes.
Es que no puedo dejar de luchar, así puedo revivir de mi eterna proscripción.
Lamentablemente me tocó sufrir al darme cuenta cual era mi papel que me tocó en tu historia... Y ya no hay memorándum que soportar entre lo anticuado y lo estremecedor.
Pureza, nunca aprendí a vender las sobras que habitan en mi alma..
Una puñalada certera, fuera de tiempo.
Un poco de azar, un regreso poco convincente, una oportunidad desechada... Quizás llevemos algo más que sangre por las venas. Tal vez sentimos mil hogueras en el pecho, tal vez haya una salida más cuando todo es tarde, cuando reaccionar es nulo.
Apariencias. Espejos que me miran con desprecio.
Otra desilusión... Postergada. Todo se torna tan extraño!
Es que hay cosas imposibles de superar, sabes?
Pero intento no caer, no ceder entre mis demonios más despectivos.
Nadie puede decirme que no soy parte de mis propias adyacencias.
Nadie elige sufrir...
Me asfixio. Me quemo. Me tortura aprender de mis errores, y vaya que fueron muchos y grandes... Tanta hipocresía amontonada entre mis manos resquebrajadas.
Entre la niebla, tímido, naufrago de mil descripciones... Viejas historias que ya conté muchas veces.
Vientos del olvido hacen temblar mis pies, y ya no son delirios de un loco deprimente, ya no traigo más guerras preventivas a cuestas.
Luz y sombras del pasado oscurecen mi cielo, atrapado entre las murallas de la melancolía por mis caminos que no me llevan a ninguna parte especial... Surgen los maléficos abismos, ya no tengo cáscara de fortaleza en el corazón, y es más simple que una enfermedad mental.
Añejos milagros que aún llevan tu nombre golpean sin cesar, y puede que bajo el flexo, mañana, duerma mi dolor... Y si... Enterrando la culpa.
Ojos muertos. Equívocos.
Abriéndose paso a bofetadas, mis pesadillas prosiguen.
Los pensamientos son verdugos infalibles... Estrechos, estrechos!
Fronteras de acero minimizan y aquietan mis mañanas. Beber para olvidar, olvidar para beber, llantos y más llantos en esta noche vacía.
Ojalá hubiera podido comprenderte más. Quien será el asesino en esta escena del crimen? Porque alguien murió, y creo que fue mi corazón.
Quizás, pronto, vuelvas a reír de otras mentiras, en otros brazos, y mi nombre sea solo ausencia.
Quizás algún día podamos escoger nuestras derrotas, ponerle título a lo malo que nos inunda, inventar el final de nuestras historias...
Mientras tanto, trata de ser feliz... Yo seguiré yaciendo en mis infortunios.
Y, nunca jamás olvides que el amor es eterno mientras dura.

Amor, desamor y otras formas de morir (parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora