Para amarte, respetarte y ¿obedecerte?

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"Las cadenas de oro siguen siendo cadenas"

-Rober Tier


Mason tuvo que aparcar el auto para que este no perdiera el rumbo cuando Ada se abalanzó sobre él al escucharlo.

Le sorprendió la navaja que apareció desde el asiento de atrás apretándose a su cuello sin cortar pero demasiado cerca de hacerlo.

—¿Qué fue lo que dijiste?

Pese a que lo amenazaba de muerte Mason pudo ver como la mano de Ada que sostenía la navaja temblaba ligeramente y sus nudillos estaban blancos como si apretara el agarre para no perder la estabilidad.

—Lo que escuchaste— la voz calmada de Mason resonó en el silencioso interior del auto.

La mano de Ada tembló aún mas. Mason se llevó su propia mano al cuello y tomó ágilmente la mano de Ada antes de que ella pudiera reaccionar. Le arrebató la navaja que cayó en el suelo del auto con un ruido sordo y tiró de Ada sentándola en su regazo.

Pero Mason apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando otro objeto afilado se acercó a su rostro, sostuvo su muñeca antes de que Ada casi le atravesara el ojo con una engañosa horquilla de cabello puntiaguda y enrome.

Joder ¿cuántas cosas afiladas y letales tenía ella entre la ropa?

Pese a su furioso espectáculo Mason pudo sentir con muchas mas claridad como Ada temblaba en su regazo. Sus ojos furiosos pintando de rojo el mar azul de su mirada estaban acuosos mostrando en sus profundidades lo desesperada que ella estaba.

La otra mano de Ada se abalanzó sobre él cuando se las arregló para tomar la navaja pero Mason lo vió venir y fácilmente la detuvo también sosteniendo ambas muñecas.

Le sorprendió lo dispuesta que ella estaba a matarlo en ese momento.

—¿Terminaste?— le preguntó él sin soltar sus manos.

Dos lagrimas bajaron por la piel blanca y cuidada de sus mejillas pero esas lagrimas no la hicieron lucir vulnerable si no como una guerrera que no tenía nada mas que perder.

—¿Por qué dijiste eso?— preguntó ella sin ceder su agarre en las armas peligrosamente cerca de Mason.

—Lo vi en la información que le enviaste a la detective.— afirmó y Ada sintió como acomodaba su agarren en sus muñecas como si intentara encontrar la mejor forma de no lastimarla.

Eso tenía sentido y la fuerza en la ira de Ada fue bajando poco a poco. Pero había algo que aún no le sabía bien. Ella siempre confiaba en su instinto y su instinto le decía que él mentía.

—Si no me crees puedes matarme y te dejaré hacerlo— dijo aflojando su agarre— pero soy el único en el que puedes confiar.

La tomó por sorpresa cuando él tiró de sus muñecas y acercó hacia su propio pecho la navaja y la enrome horquilla de metal.

Ada solo pudo mirar el filo de la navaja apoyada sobre la camisa oscura de Mason.

—Hazlo— le instó él.

—No me has dado ninguna razón para creer en ti.— dijo ella pero pese a sus palabras soltó la navaja que cayó por el mango entre en regazo de ambos.— pero no quiero matarte.

Él la soltó y ella se volvió a acomodar la horquilla en el cabello haciéndola lucir de nuevo como un adorno inofensivo.

El silencio se instaló en el auto con Ada mirando hacía su pecho incapaz de mirarlo a los ojos.

Ada WalkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora