Ada Walk

Tercera llamada.

Tercera llamada.

—¿Esta en trabajo de parto?— preguntó Ada en el hospital

Increíble. ¿Por qué Azael no les había dicho nada? Había dejado sola a Nicol a punto de dar a luz.

—La señora Walk se encuentra en la habitación privada del piso cuatro.— dijo la enfermera apenas mirándola.

—Gracias— dijo Ada sin importarle demasiado.

Casi empujo a las personas en el elevador al subir y al bajar de este en el piso cuatro. Corrió a la habitación señalada.

—¿Cómo se encuentra?— le preguntó a la doctora que salía de la habitación.

La mujer la estudió por un momento como si no supiera si darle o no esa información.

—Es mi cuñada, mi hermano esta en el hospital, no podrá venir. ¿Puedo quedarme en su lugar.

A la doctora se le iluminó el rostro como si de pronto la reconociera.

—¿Ada Walk?— preguntó en voz aguada.

Ada se sintió extraña por la mirada casi de adoración que la mujer le dió.

—Eh... si, Nicol es mi cuñada. ¿Puedo pasar a verla?

—¡Por supuesto!— gritó la doctora lastimando los oídos de Ada— si hubiéramos sabido que usted vendría habríamos preparado todo para usted también. Le traeremos una bata rápidamente. ¡Por favor venga conmigo!— la mujer empezó a empujar a Ada en dirección a su consultorio.

Sabía que su familia y su apellido los hacía tan famosos como una celebridad pero no dejaba de ser un tanto extraño cuando las personas reaccionaban así.

Azael vió a Nicol acercarse a su oficina. Tenía esa mirada tímida dirigida hacía el suelo que tanto le frustraba. ¿Por qué no podía mirarlo a los ojos, maldición? ¿Acaso se avergonzaba de algo?

—Señor Walk— dijo ella con voz débil. El dió un par de zancadas para llegar hasta ella, le tomó el rostro y la hizo mirarlo.

Ella estaba llorando.

—Señor Walk ¿por qué me dejó sola?

Algo en su pecho se apretujó. La expresión de Nicol era terrible y lo hizo sentir como un monstruo sin sentimientos sin saber por qué.

—¿De que habla señorita Johnson? No he ido a ningún lado.

—Usted se ha ido— dijo ella volviendo a bajar la mirada.

Azael se enfureció y le tomó el rostro haciéndola mirarlo con más rudeza.

—No diga tonterías.

—Se ha ido, miré— Nicol señaló a la ventana. Azael caminó ahí y vió como en el primer piso un hombre era sacado en una camilla.

¿Ese hombre era él mismo?

Eso no tenía sentido.

—Me ha dejado sola, señor Walk.— volvió a decir Nicol.

—Desfibrilador— gritó alguien a lo lejos.— lo estamos perdiendo— grito otra voz, voces que Azael no reconoció.

No comprendía nada a su alrededor.

Solo podía mirar Nicol desvanecerse frente a él.

—Nicol mírame— le suplicó Ada.

Todo había ido bien al principio, entonces todo empezó a complicarse. El dolor era claro en las facciones de Nicol y no era en absoluto del dolor normal de un parto.