Capítulo 7: No cierres los ojos

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Capítulo 7: No cierres los ojos

Ramses intentó llamar de nuevo a Mason pero esta vez el teléfono fue directo a buzón. Estaba por llamar de nuevo cuando uno de sus hombres se acercó a él.

—Señor, revisamos las cámaras de video pero fueron borradas.

—¿Eso quiere decir que no sabes quien lo hizo?

El perro mas fiel de sus hombres, un hombre alto y delgado rapado a raya, negó con la cabeza bajando la mirada.

El hombre gimió de dolor cuando Ramses le golpeó la espinilla y después le dió un puñetazo en el rostro, su anillo de casado le abrió el labio.

En otra situación ese hombre claramente mas fuerte y grande que Ramses lo golpearía si pudiera, pero en este mundo de dinero Ramses podía darle ordenes a ese hombre claramente mas fuerte e incluso escupirle sin que este pudiera defenderse.

—Eres un perfecto inútil. No comprendo como es que aún te tolero.

El hombre ni siquiera se atrevió a limpiarse la sangre que le escurría por la barbilla.

Ada estaba recuperándose apoyada contra Mason cuando este la levantó del buró y en un instante la recostó en la cama.

—¿Qué haces?— le dijo ella cuando él se acomodó encima de ella mientras se desabrochaba el pantalón de vestir.

—Quiero tomarte en la misma cama que tu esposo.— le dijo tirando de sus tobillos para acercarla al borde de la cama y acomodarse entre sus piernas.

Entonces Ada se reincorporó.

—Mason, creo que te di una impresión equivocada, esto no es buena idea.

En respuesta el dejó caer su pantalón al suelo y se desabotonó la camisa con sorprendente rapidez. Ada no pudo evitar mirar detenidamente la forma de su increíblemente trabajado torso.

No parecía un cuerpo producto de un gimnasio si no un cuerpo producto de una vida dura.

La cicatriz que atravesaba su bíceps derecho lo confirmaba. Mason tenía un tatuaje de un dragon que pasaba justo por encima de esa cicatriz.

Cuando ella se dió cuenta de lo obvia que estaba siendo al observarlo desvió la mirada con las mejillas sonrojadas.

Dios.

Parecía una maldita colegiala frente a ese hombre. ¿Qué le estaba pasando y cómo es que ya estaba dolorosamente húmeda de nuevo?

Sintió como una mano fuerte y callosa le tomaba el rostro y se lo levantaba haciéndola mirar hacía arriba.

—Puede mirar todo lo que quiera, señora Walk. Por favor hágalo.

La mano de Mason dejó su rostro y bajo por su cuello, las yemas callosas de sus dedos rozaron su piel deliciosamente. Su mano se detuvo en el centro entre sus pechos. Su bata de dormir aún colgaba de sus brazos pero ya no cubría nada importante al estar completamente abierta y a merced de él.

La mano de Mason se movió lentamente a su pecho izquierdo como si esperara a que ella lo detuviera. Y Ada quería hacerlo, quería hacerlo parar pero sus manos se negaron a moverse de sus costados y solo pudo aferrarse a la sabana cuando él comenzó a jugar ágilmente con su pezon.

Entonces Mason volvió a empujarla con su cuerpo hasta que su cuerpo la aprisionó contra la cama pero de nuevo no tuvo esa sensación de pánico de estar siendo ahogada por Ramses, con Mason solo quería que su cuerpo la aprisionara contra la cama hasta fundirse con él.

Ada WalkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora