Ada Walk

Bajo nuestras narices

Trató de recuperar el aire en sus pulmones mientras el agua fría atravesaba su piel.

El lugar era un sótano frío, el clima se enterraba en los huesos sin necesidad de nada más que la ropa que llevabas, entonces tener la ropa empapada en agua helada era una tortura en si misma. Ahora los golpes sobra la piel congelada era como ser cortado con navajas oxidadas.

—¡Ya es suficiente!— suplicó Luisa intentando soltarse.

—Déjenlo— dijo una voz tosca y vieja.

Un hombre se acercó a Luisa apoyándose en un bastón. Ella era sostenida por dos hombres más grandes mientras una pistola era presionada en su nuca en caso de que lograra liberarse.

El hombre mayor le levantó el rostro para que lo mirara.

—Solo quería salvar a su hija.— dijo mientras las lagrimas de desesperación bajaba por su rostro.

Luisa se quedó sin aliento cuando el hombre le propicio una cachetada con la mano abierta.

—¿Salvarla? o ¿Ayudarla? ¿No conspiraste con ella para que pudiera salir de la casa? No me sorprendería si hubieses sido tú la que le enterró en cuchillo en el lugar que ella te indicó para ir al hospital sin ser dañada de gravedad.

—¿Cómo puede hacerle esto a sus hijos?— le preguntó con rabia.

Derek Walk sonrió sin ningún tipo de remordimiento.

—Parece que nuestra chica aún no aprende.

Le hizo una señal a sus hombres que volvieron a abalanzarse sobre el compañero de Luisa, Mauricio tenía una línea de sangre bajando por su barbilla y ya no se resistía.

—¡Déjenlo, maldición, lo siento! ¿Eso es lo que querían oír? ¡Lo siento! No debí hacerlo. No debí ayudar a Ada.

La guardia comenzó a gritar con desesperación. Ese día cuando encontró a Ada con el cuchillo enterrado en el estomago solo pensó en salvar su vida, sabía que traería consecuencias para ella pero nunca pensó que involucraría a su compañero, él le advirtió lo que podrá pasar si se metía con los Walk y ahora él, que no tenía ninguna culpa estaba pagando por ella.

Derek Walk sabía exactamente como lastimar a las personas. Como destruir su voluntad y su espíritu, los mataba en vida para finalmente matar su cuerpo.

Este hizo otra señal para que dejaran en paz al guardia volviendo a poner su atención sobre Luisa.

—¿Quieres qué el viva?

—¿Qué...?— preguntó ella horrorizada.

—¿Quieres que tu amiguito viva?

Luisa tembló viendo como Mauricio apenas se movía.

—¿Qué quiere de mi?— preguntó entendiendo por donde iban sus palabras.

Derek Walk se mostraba tan tranquilo mientras utilizaba la vida de las personas que Luisa quiso estrangular ese cuello marcado por la edad.

—Ayudaste a Ada así que ella debe confiar en ti. Tráela hacía mi. Entonces olvidaré lo qué pasó e incluso te recompensaré.

Luisa se quedó muda.

No podía estarle pidiendo semejante cosa.

El rostro sereno de Derek Walk le dijo lo contrario.

—¿Lo harás?— preguntó de nuevo.

Luisa se odio a sí misma en ese.

—Lo haré.— respondió. La derrota impresa en sus palabras.

Derek Walk sonrió satisfecho.