CAPITULO 1

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Elizabeth

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Elizabeth


6:00 a.m.

Sonó el despertador y como típico de un adolescente no se pararía por perezoso... La triste realidad es que a mi si me toco levantarme para aguantar otro día más. En eso, me tropiezo con una silla.

Si no me caigo por las escaleras, digo algo imprudente en las mañanas, es que me tropiezo con algo y me saco un moretón doloroso.

Me levanto con dolor y me dirijo al baño para darme una ducha rápida un poco coja, me dolió la caída. Me visto con un saco ancho color blanco, por debajo del saco una camisa negra pegada al cuerpo, pantalón camuflado suelto negro y unas zapatillas altas color azul oscuro (mis favoritas), está haciendo frío por eso el saco, sino me habría ido solo con la camisa ancha con manga hasta los codos. 

—Hija, baja a desayunar —me llama mi mamá amable y eso me hace pensar un par de cosas sin lógica.

Sin tomarles importancia las borre de mi mente antes de que pase a mayores. Bajo las escaleras y me alegro demasiado de que, por fin, mi menstruación se fue, hubiera sido horrible empezar el primer día en el instituto con dolores abdominales y sangrado, de pensarlo me hace marearse un poco.

Me suele durar entre cuatro a tres días por el tema de que cuando era pequeña tomaba un medicamento a afectaba por completo, eso incluye como me enfermo, mi crecimiento, los dolores, y más cosas que explicaré por como pase el tiempo.

Olvidando ese tema algo... ¿Íntimo? No lo consideraría íntimo ya que, pero igual, en el comedor observo a mi papá con el periódico como siempre, tomó asiento a su lado.

—Ese ladrón ya lo encontraron —anuncia mi mamá tranquila y con mucha indiferencia en su tono mientras nos entrega los desayunos.

Ella me da una ojeada de manera extraña, todas las mañanas lo hace sin que mi padre se dé cuenta.

Cálmate...

—Afortunadamente si, ahora se está buscando un asesino, el de hace años —mi papá está estresado tomando su jugo con solo pensar todo eso.

Si supieran que no es solo uno...

No sé por qué beben jugo en la mañana, no es porque no me guste, tengo que admitir que me gustan muchos los jugos naturales, en especial el de piña, guanábana y el de naranja, sino que se me hace raro por mis costumbres de niña... Solía beber leche o solo chocolate caliente, por mi padre.

—¿Entonces nos van a encerrar? —tomo con algo de frustración el tenedor para poder comer mi desayuno.

—Eso parece, tarde o temprano lo encontrarán —mi mamá trata de calmar a mi padre con unas palmadas en el hombro, es una gran mentirosa.

—Ya llevan más de 18 años con las mismas intenciones y no ha pasado nada nuevo. —comentó recibiendo la atención de mi madre— Pareciera que nos escondiera algo.

Maldición RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora