CAPITULO 13

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Amelia

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Amelia


Han pasado dos horas desde que Elizabeth se fue de la casa y solo observo la ventana para cuando venga. Le quiero pedir disculpas como también quiero regañarla por contestarme mal. Ya no siento mis pies de tanto esperar.

—Así va a asustar a cualquier persona que pase por la calle —comenta Asher jugando con una pelota de tenis, rebota contra una pared.

Suelto un suspiro sin dejar de mirar por la ventana.

—Asher, eres su amigo, tal vez a ti si te conteste y te diga donde esta —trato de convencerlo para que le marque, pero él niega con la cabeza, puedo ver sus acciones por el reflejo del vidrio.

—Señora Watson, su hija se encuentra bien, relájese un poco, aparte, no contestara el celular porque debe estar ocupada golpeando un árbol o algo así para quitar la ira —he notado que en su forma de hablar siempre tiene una pizca de diversión y burla.

¿Cómo han sido siempre así?

—Tía —me llama Ian. Muevo la cabeza—. ¿Deseas un poco de pizza que hizo Elías? Es que no has comido nada y podrías enfermar.

Se acerca con un plato, yo lo tomo y sonrió para dirigirme al comedor, tome asiento lejos de mi esposo porque aún está molesto conmigo. Hay un gran silencio entre nosotros porque lo único que escuchamos es la pelota de Asher rebotar y rebotando contra el suelo. La tensión sube cada segundo.

—Oye tío —él levanta la vista con la boca llena.

—Dime —se tapa la boca para contestar.

—¿Has hablado con mi papá?

El rostro de Erik palideció. La situación de su padre es complicada, más, porque tiene una demanda.

—La última vez que hablé con él fue hace una semana. —se limpia la boca con una servilleta— ¿Por qué?

—Mi mamá me llamó preocupada por si sabía algo de él, pero no hemos hablado hace tiempo —esto último suena algo raro.

Mi cuñado nunca ha desaparecido por más de dos días y siempre está al tanto de sus hijos, pensando si les ha faltado algo o como han estado de salud. Sin embargo, la situación que me contó mi marido con ellos parece ser más delicada para que James desaparezca tanto tiempo y no se reporte.

—Tal vez tiene algún problema con el celular o su número —intervengo para tranquilizarlo, él asiente no muy convencido y sigue comiendo la pizza—. Elías, debo admitir que tiene una deliciosa sazón, muchas gracias por hacer hoy la cena.

—No fue nada tía —sonrió con la boca cerrada.

Duramos un tiempo, ellos hablaban sobre cosas del instituto, yo no les pongo cuidado, no me interesa saber nada que no sea con respecto a Elizabeth. Así fue como escuchó el celular de Erik sonar varias veces. Él lo agarra y frunce el ceño.

Maldición RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora