CAPITULO 24

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Narrador omnisciente

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Narrador omnisciente


El castaño claro analiza de arriba hacia abajo a los dos jóvenes. Él que está tirando al suelo, silba molestándolos, tiene una idea de lo que estaban haciendo es su ausencia, era el pensamiento más equivocado de su parte.

Los pelinegros caen en cuenta que los miran con doble sentido, la chica solo niega golpeando la frente sin remedio porque sabe que es mentira y el otro sonríe arrogante, más porque está Hermes, sabe la ira y envidia enorme que tiene cuando los ve juntos.

—Vaya... Disfrutaron mi ausencia —comenta picaron Ares, con una ceja levantada—. Estúpido, bájate de encima mío. ¿Te gusto yo también o es que solo tienes ganas de una maldita noche? Ni creas que te la daré ni por un millón de euros.

—Si fuese homosexual, serías con la última persona con la que estaría, das asco —antes de que el castaño se levantara, le da un golpe en la cabeza con el suelo.

El castaño se levanta con una cara de poco amigos, siempre ha dicho que Hermes no es un verdadero hombre.

—Asco das tú, ni dignidad tienes al volver al lugar y corazón que dañaste, idiota —le da un golpe en el brazo con su codo.

—Leto... —la voz de Hermes la hace reaccionar.

Él se queda mirándola y más en la parte del pecho, su ceño se frunce por el saco que tenía puesto, que era de Hades.

—¿Qué haces aquí? —la pregunta del mayor resuena por toda la casa, Leto los mira, no tiene pensado discutir con Hermes, mientras no sea necesario— Vete, no te invite a entrar.

—Tampoco te lo estaba pidiendo, Hades, deja de meterte donde no te llaman.

—Eso debo decirlo yo. ¿Olvidas por qué te metiste con Leto? ¿Te refresco la memoria a golpes? —el mayor aprieta su puño listo para golpearlo en toda la cara.

—Hades, quédate donde estás, no cometas una locura por culpa de este hombre, si es que se le puede tratar como uno —él le hace caso y baja su mano lentamente.

Hermes ignora el comentario hacia su persona y muestra una sonrisa burlona.

—Te domina una mujer, que de-

—Tú también cierras el hocico de perro mal nacido, no pedí que ninguno de ustedes hablara —El castaño oscuro hace un ademán de hablar, pero Leto lo observa con una ceja levantada—, eso te incluye, Ares.

Él se queda callado, aguantando la risa por las caras de odio de Hermes y la sonrisa de Hades se agranda cayendo en cuenta.

—¿Qué haces aquí?

—Vine por ti —contesta y la chica gira los ojos color miel con manchas naranjas, que ahora se están tornando carmesí por la ira.

—Deja tu romanticismo a otro lado Hermes. ¿Alguien te mando o por qué estás aquí? Aunque, ya tengo una idea bastante clara de los motivos.

Maldición RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora