Narrador omnisciente
El castaño se queda mirando arriba hacia abajo a los dos jóvenes. Él que está tirando al suelo, silba molestandolos, tiene una idea de lo que estaban haciendo es su ausencia.
Los pelinegros caen en cuenta que los miran con doble sentido, la chica solo niega golpeando la frente sin remedio porque sabe que es mentira y el otro sonríe arrogante, más porque está Hermes, sabe la ira y envidia enorme que tiene cuando los ve juntos.
—Vaya... Disfrutaron mi ausencia —comenta picaron Ares, con una ceja levantada— .Estupido bajate de encima mío. ¿Te gusto yo también o es que solo tienes ganas de solo una maldita noche? Ni creas que te la daré aunque me paguen un millón de euros.
—Si fuese homosexual serias con la última persona con la que estaría, das asco —antes de que el castaño se levantara, le da un golpe en la cabeza con el suelo.
El castaño se levanta con una cara de poco amigos, siempre ha dicho que Hermes no es un verdadero hombre.
—Asco das tú, ni dignidad tienes porque volviste al lugar y corazón que dañaste, idiota, mal nacido —le da un golpe en el brazo con su codo.
—Leto... —la voz de Hermes la hace reaccionar.
Él se queda mirándola y más en la parte del pecho, su ceño se frunce porque cae en cuenta lo que estaban haciendo.
—¿Qué haces aquí? —la pregunta del mayor resuena por toda la casa, Leto solo los mira, no tiene pensado discutir con Hermes, mientras no sea necesario— Vete, no te invite a entrar.
—Tampoco te lo estaba pidiendo, Hades, deja de meterte donde no te llaman.
—Eso debo decirlo yo. ¿Olvidas por qué te metiste con Leto? ¿Te refresco la mente con golpes? No necesito permiso igual —el mayor aprieta su puño listo para golpearlo en toda la cara.
—Hades, quédate donde estás, no quiero que cometas una locura por culpa de este hombre, si es que se le puede tratar como uno porque ni ser humano parece —él le hace caso y baja su mano lentamente.
Hermes ignora el comentario hacia su persona y muestra una sonrisa burlona.
—Te domina una mujer, que de-
—Tú también cierras el hocico de mujeriego que tienes, no pedí que ninguno de ustedes hablara.
El castaño oscuro hace un ademán de hablar, pero Leto lo observa con una ceja levantada.
—Eso te incluye, Ares.
Él se queda callado, aguantando la risa por las caras de odio de Hermes y la sonrisa de Hades se agranda cayendo en cuenta.
—¿Qué haces aquí?
—Vine por ti —contesta y la chica gira los ojos color miel, que ahora se están tornando carmesí por la ira.
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Maldición Rota
RandomDos ciudades donde rondan los tres peores asesinos. Dos personas tienen una hija pequeña y la otra que es una adolescente, jamás se habrían arrepentida tanto en la vida... Hay un orfanato... Donde se incendio, nadie sabe quién lo provocó o eso parec...