CAPITULO 11

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Desconocido

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Desconocido

Años atrás

Llegó a uno de los orfanatos por los pasadizos secretos para que ningún niño me viera y anuncié mi llegada. Tengo muchos asuntos que resolver para estar pendientes de esos niños en este momento. A veces estos niños no logran entender órdenes y más si son así de pequeños en edad y estatura.

Ingreso a mi oficina observando que todo esté igual como lo deje y eso parece, solo que mi mente me recuerda los motivos por los cuales estoy en la sede principal antes del tiempo acordado y me molestó más de la cuenta. Acomodo los documentos necesarios para empezar con mi investigación, no puedo dejar pasar esto por alto de ninguna manera.

—Mi señor —me llaman a través de la puerta de la oficina.

—Pasa —autorizó guardando algunos documentos en unos cajones con enojo.

Esos malditos documentos no aparecen. Ella cierra la puerta al estar ya frente de mi escritorio.

—¿Qué sucede? —preguntó dándole la espalda.

Puedo sentir sus nervios con solo poner atención en su respiración. ¿Qué sucedió ahora?

—Lo que pasa es que... Es sobre... —juega con sus dedos ansiosa.

—No tengo mucho tiempo —volteo a mirar unos archivos procediendo a dejarlos en sus manos, no detengo mi búsqueda—. Así que date prisa que tengo que seguir trabajando.

Ella lo piensa un momento, suelta un largo suspiro y continua.

—Es sobre los niños —termina diciendo en un susurro casi inaudible.

Separó la mirada de los nuevos documentos en mis manos para verla directamente a los ojos.

—¿Qué pasó con ellos? —la cuestiono algo angustiado, no recibo respuesta— Habla rápido, no tengo todo tu tiempo.

Ella mira para todos lados evitando mi mirada a toda costa. Detesto que eviten las cosas pensando que se solucionarán solas.

—¡¿Sabes lo que pasará en los próximos minutos si no me dices lo que está pasando?! —el grito la sobresaltó soltando todos las hojas que le entregué hace unos minutos atrás.

—Los niños se pelearon a grados de agresión física algo delicados —lo dice tan rápido que a duras penas logré entender.

No respondo y salgo de la sala chocando con todas las personas de servicio que se me cruzaban en el camino, llego al comedor donde están solos unos niños curándose las heridas. Las de servicio se alejan inmediatamente de ellos inclinándose ante mí, ellos voltean y trato de sonreír con sarcasmo, pero se me complica al ver los golpes de los niños, en sus brazos, cuellos y caras.

Maldición RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora