Narrador Omnisciente
Las ambulancias resuenan alrededor del todo el hospital, los doctores, al igual que enfermeros y más personal del hospital esperan en la puerta de ingresos de emergencia, las personas ya ingresadas en el hospital están confundidos al ver a tantos doctores frente a dicha puerta.
Sin más, las puertas se abren de par en par dejando entrar más de tres camillas a las vez, los doctores se acercan a la velocidad de la luz junto al equipo necesario.
A la primera que se acercan es a la mujer bicolor.
—Paciente con nombre desconocido, género femenino, ingresa al hospital por una herida en su muslo derecho profunda, otra en su abdomen, en la parte de su pulmón derecho, el arma que fue una navaja perforó su pulmón provocando un derrame interno, ha perdido mucha sangre y los golpes en su rostro no mejoran su estado. Además, su espalda parece tener una lesión grave, hay varias cicatrices en ella, sin contar, un grave golpe en la parte trasera de su cabeza.
Los doctore se miran entre sí asombrados, esto es una masacre
—¿Cambios durante el trayecto? —pregunta la doctora encargada de su caso, revisa el pulso de la chica y al no sentirlo se espanta.
Mira en otro punto, logra sentirlo, pero débil. No es una buena señal.
—Su pulmón izquierdo reaccionó ante el oxígeno, pero su pulmón derecho sigue sangrando con más frecuencia, ha dejado de funcionar por la acumulación de sangre... —responde el paramédico sin quitarle el oxígeno.
—Entendido... ¿Los demás?
—Hombre mayor de cuarenta años, parentesco con la chica, varias heridas en su hombro derecho, golpes delicados alrededor de su cuerpo, más, su cabeza golpeada hasta el punto de romperse, suponemos que fue cuando cayó del acantilado.
—¡¿Cayó de un acantilado?! —exclama un doctor, el mismo que está atendiendo al padre de Leto.
—¡Menos palabras y más acción! —les grita el doctor que lleva esta situación a cargo, el que está atendiendo a un jovén de cabello castaño oscuro.
Tiene una rama enterrada en su pierna izquierda, sin contar las quemaduras que tiene en su pecho y gran parte de su brazo y cuello, pero ninguna herida de los que llegaron a este hospital, se comparan con las de la chica... Sería un milagro si recapacita.
El castaño claro, el más joven de todos, estaba despierto y no paraba de llorar por el dolor de sus quemaduras y el de su pierna.
—No por completo, había un pedazo de piedra que lo retuvo con la ropa, logró salvarse un poco...
El único chico estable era uno que tenía la mirada perdida en el chico más joven, sus ojos estaban completamente rojos, pero no era por llorar, sino por todo el humo que había consumido por el incendio, incluyendo que tenía quemaduras en sus brazos, sin contar algunos golpes en su cuerpo, no eran tan graves.
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Maldición Rota
RandomDos ciudades donde rondan los tres peores asesinos. Dos personas tienen una hija pequeña y la otra que es una adolescente, jamás se habrían arrepentida tanto en la vida... Hay un orfanato... Donde se incendio, nadie sabe quién lo provocó o eso parec...