CAPITULO 25

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Leto

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Leto

Recuerdo perfectamente a Hades cantando con su voz gruesa y ronca, que me encanta para ser sincera...

—¡Cuando tú me miras, yo te miro y me muero!... ¡NADIE TE QUIERE COMO YO TE QUIERO, NADIE TE VE COMO TE PUEDO VER! —grita Ares a través de la música.

Las manos de Hades están en mi cintura, dentro de la camisa que me prestó, su frente junto a la mía mientras bailábamos. Ares bailaba con una botella de vino. Él era el DJ de esa noche y estoy segura, que aprendió a la música de Agustín, esas canciones las cantaba todas las mañanas al despertar o cuando hacíamos aseo los cinco.

Él seguía bailando conmigo. Hasta que la canción cambió por una, que le queda perfectamente con su voz ronca, me encanta como se escucha...

—Besame, habla en el odio y mátame, recorrer tu cuerpo es un placer —sus manos recorren mis caderas y mi cintura dejando un ardor en ambas—. Todo de ti, quiero conocer... Atrévete...

Después, recuerdo que me levanté de la cama y solo tenía su camisa y un short enorme deportivo, él solo tenía el pantalón de una sudadera... El cuerpo me amaneció doliendo, nunca había bailado tanto. Volvimos a mi casa y afortunadamente mis padres ya se habían ido, se que más tarde me van a preguntar, pero me quedaría más fácil mentir que en esos momentos.

Ahora estoy escuchando a un Ares, con una resaca espantosa y un Hades que intenta levantarlo del suelo para ir a la escuela. Veo la escena desde mi cuarto, aun no decido qué camisa ponerme y estoy dos me hacen perder el tiempo con sus cosas.

—¡Que te levantes, vas a ensuciarte la ropa! —grita furioso Hades sin dejar de arrastrarlo por mi casa.

—¡No voy a ir, me duele la cabeza! —le devuelve el grito sujetándose de la baranda de las escaleras, para que no lo arrastren.

Cierro la puerta y me dispongo a pensar que camisa ponerme. Todas mis camisas anchas están en la ropa sucia, tengo que lavarlas también. La única que tengo es la de Hades, color gris claro, sin estampado ni logro, enorme para mi... La otra opción es ponerme una de mis pocas camisas escotadas... ¡Me congelaré! Va a terminar nevando algún día por tanto frío.

Optaré por la primera opción... Si le molesta que me ponga su ropa, entonces no la preste ¡Así de sencillo! Voy al baño y me cambió, de pantalón elegi uno parecido al acampanado, solo que me aprieta en mis muslos y en la parte de la rodilla queda suelto, es el unico de los pocos pantalones de color claro que tengo.

Me miro al espejo y... ¡La camisa me llega casi a las rodillas! ¡Esta cosa es más grande de lo que parece! ¿No me di cuenta ayer?

He visto el estilo de meterle la parte trasera de la camisa por dentro, pero las chicas usan un top para hacerlo... Yo no tengo tops, pero tengo mi sostén y con el cierre me queda apretado, la acomodo con él sin dejar algo mal hecho. La camisa me llega hasta los codos, casi como las mías.

Maldición RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora