CAPITULO 43

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Arseniy

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Arseniy


Nacimiento de Leto

—¡Deja de caminar de un lado hacia otro que me pones más nervioso! —me grita Alvize ansioso—, ¡se supone que el preocupado debo ser yo!

—¡No es mi culpa que los hospitales me pongan los pelos de punta y más al saber que mi sobrina puede morir! —tomó asiento mirándolo mal por sus palabras.

—¡No digas estupidez, mi hija no va a morir! —me da un golpe en el brazo algo molesto.

—Alvize, conoces nuestro legado y sabes lo que pasa con todas las mujeres de sangre —le recuerdo cruzándome de brazos.

Imita mi acto mientras estamos sentados en una cafetería cerca del hospital donde acaba de nacer mi sobrina...

—No quiero que muera... Sería mi culpa por no lograr salir a tiempo de esta porquería —comenta él tomando un largo sorbo del café cargado que pidió. Necesitamos estar despiertos toda la noche por mi cuñada.

—Alvize —suspiro frustrado por todo esto—. No importa si te alejabas de nuestra familia o te escondías para ser feliz, seguías siendo parte del legado, tienes la sangre de todos nuestros antepasados y si tenias un sucesor, también iba a estar involucrado en este tormento, no importa su género.

—Lo sé... Debi suicidarme cuando era posible...

—Dejas de decir babosadas, estupido —le pego en la cabeza molesto por sus comentarios suicidas—, sigue pensando en intentar suicidarte otra vez y te juro que te voy a internar con Boris en el hospital.

—Relájate, ahora con mi hija he pensado en cambiar para... —se queda callado mirando a la nada— Quiero que su crianza y todo sea muy distinto a lo nuestro...

—Con la mamá que tiene lo dudo mucho... —cierra los ojos poniendo una mueca de disgusto y ladea la cabeza.

Le doy un sorbo a mi refresco, el café me da sueño así que prefiero tener algo de azúcar en mi sistema para que me mantenga despierto un buen rato.

—Arseniy, por favor... —me lo pide apretando el puente de su nariz. Detesta que comente cosas de la madre de su hija.

—Witkan no está lista para ser madre —continúo neutro.

—No digas eso.

—Es la verdad, Witkan nunca ha querido tener hijos, ni siquiera tener responsabilidades y solo decidió tener a mi sobrina porque tu le ibas a corresponder, porque si por ella fuera la hubiera abortado cuando tenía tiempo o al nacer la hubiera dejado en un orfanato de quinta... —le recuerdo dejando la botella de mi refresco en la mesa con algo de fuerza— ¿Recuerdas lo que te dijo borracha cuando se enteró que estaba embarazada de ti?

Maldición RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora