Elizabeth
Desgraciado Hades.
Terminaron las clases temprano al ser solo el primer día, así que son las doce del mediodía y mi papá me está esperando afuera con el auto junto a alguien en el asiento trasero, aunque no logro ver quién es me subo feliz al auto, no todo el tiempo me recoge y me gusta mucho pasar tiempo con mi padre.
¿A pesar de que no sea tu padre de sangre?
Eso no me importa, soy feliz a su lado. Se que soy su hija adoptiva, pero él me ha enseñado más cosas de lo que mis propios padres lo han hecho.
¿Conoces sus orígenes?
Claro que los conozco, si no, porque sería tan apegada a él si desconfío de casi todo el mundo.
—Hola papá —me acomodo en el asiento con algo de prisa, quiero llegar rápido a la casa, me llegó un mensaje de mi mamá que me había llegado el paquete que tanto pedí hace más de un mes por mi cumpleaños.
Mi cumpleaños es el 10 de abril y si, según ya cumplí dieciséis años, eso aparenta mi cuerpo, pero mi acta de nacimiento dice otra cosa, la original por supuesto. La cosa es que pedí un paquete de pinceles, lienzos y un nuevo caballete para dibujar, resulta que el que yo tenía se me rompió meses antes de que nos mudamos a Firial porque... "Accidentalmente" lo tiré porque el dibujo no me salía, estaba frustrada y se partió.
En mi defensa, era la semana de exámenes finales para definir quién pasaba el año y quien no, y claro, no me gusta decepcionar a mi padre, él es quien paga mi educación y para traer malas notas solo porque no me esfuerzo, es decepcionante, además, me gusta tener buenas calificaciones y quiero mantener mi nivel académico alto como siempre lo he tenido desde que soy una niña.
Eres idéntica a él.
Cállate, no me lo recuerdes que estoy harta de recordar una y otra vez el parentesco con mi padre.
Volviendo a la realidad, escucho un ruido en la parte trasera del auto y mi padre sonrió un poco al darse cuenta de que busco con la mirada en el retrovisor algo que dé una explicación a ese ruido.
—¡Bruja! —grita una voz femenina detrás mío, me giró al instante y es mi prima Claire.
¡Que no es tu prima!
¡No me arruines la poca felicidad que tengo!
—¡Espantapájaros andante! —le devuelvo el grito emocionada y feliz.
Nos abrazamos como pudimos ya que el asiento del auto nos impedía un poco el contacto.
—¿Y cómo llegaste acá? —me acomodo otra vez en el asiento con el cinturón de seguridad.
—Digamos que mis padres, abuelos y primos querían ver a tu mamá para hablar ya que se sienten solos y olvidaste que ella es como su unión familiar —su voz sarcástica le hace sacar otra sonrisa a mi padre, sin contar que golpea mi hombro.
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Maldición Rota
RandomDos ciudades donde rondan los tres peores asesinos. Dos personas tienen una hija pequeña y la otra que es una adolescente, jamás se habrían arrepentida tanto en la vida... Hay un orfanato... Donde se incendio, nadie sabe quién lo provocó o eso parec...