CAPITULO 35

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Leto

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Leto

—¿Seguro? —le pregunto sin muchos ánimos.

—Que sí, Leto, a las cuatro de la tarde en el bosque —se va de la biblioteca dejandome sola otra vez con el gato negro y mi libro.

—¿Qué opinas, hermoso felino? —le pregunto al gato, sin esperar realmente una respuesta.

Maulla cerrando sus ojos y volviendo a hacerse una bolita para acostarse en mis piernas, dejando sus pelos en mi pantalón gris. Ronronea quedándose profundamente dormido.

—Tomaré eso como un desperdicio de tiempo, pero como esta tarde no tengo nada más que hacer además que seguir leyendo, iré para ver que me quiere decir —abro mi libro en la página donde estaba leyendo.

Hermes no es el típico chico que te invita a salir porque eres su pareja, con el propósito de tener un momento lindo de novios y pasar tiempo juntos.

¡No caigan en los encantos de un narcisista barato!

Si alguna vez te invita a algún lugar, puede ser por varias razones. La primera podría ser que necesita un favor demasiado importante, delicado y peligroso que él no puede hacer y quiere lavarse las manos. La segunda seria que quiere terminar contigo. Y la tercera, que simplemente quiere hacerse el importante insultandote y tratandote de la peor forma existente para alimentar su frágil ego.

¿Qué pienso yo?

Qué solo me está haciendo perder el tiempo y si voy, me va a dejar plantada. Conozco sus movimientos y sé que esto es solo para molestarme.

Sigo leyendo un poco mientras acaricio la cabeza del gato negro; no quiero estresarme, no estoy en mi mejor momento de salud para enfermarme más. Siempre encuentro al gato en la biblioteca, sobre algún libro que me interesa o o quiere que empiece a leer cuando solo entro para leer y no escuchar los gritos de mis compañeros en el descanso.

Después de perder la noción del tiempo, observé el reloj y eran aproximadamente las cuatro y quince minutos. Me levanté de la mesa y dejé todo como estaba. El gato se fue por la ventana, dejándome sola minutos antes de dirigirme al bosque. Pareciera que sabe cuando me voy a ir.

Intento quitar todos los pelos que dejó en mi pantalón, pero siguen ahí, sin despegarse.

Sin quejarme mucho, camino por los pasillos como es de costumbre, A veces me escondo de mis compañeros y las chicas de servicio. Se supone que estamos en la hora de siesta y deberíamos descansar para que el medicamento haga efecto. Algo que no me parece justo es que a todos solo les retrase el crecimiento del cuerpo, mientras que a mí me cambió el color del cabello y ni hablar de que me aumentó el sueño.

No quiero pensar más en eso y me escapo, salgo del Orfanato para sumergirme entre los misterios del bosque. Adoro venir al bosque en las tardes o incluso en las noches, las vistas son espectaculares.

Maldición RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora