CAPITULO 27

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Leto

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Leto

Tiempo atrás

Estoy en mi cuarto, mirando como la lluvia choca con mi ventana fuertemente, esperando que mi mamá me llame para comer con mi padre. En la ventana reflejan el color brillante de mis ojos. Mis ojos son de color miel con manchas naranjas.

—Hija, baja para comer, tu padre ya llegó —la voz susurrada de mi madre se escucha desde la puerta, asiento y me pongo los zapatos, dejando en la cama mi libreta de dibujos.

Al salir de mi cuarto, lo dejó bajo llave, mi padre me tiene prohibido dibujar lo que veo en mis sueños o lo que puedo recordar por mi medicamento. Según, eso es de locos, no quiere una hija loca.

Lo hace por motivos de tu madre.

Buen punto, voz misteriosa que no es mi conciencia. Llego al comedor y observo a mi padre quitarse el blazer dejándolo en su silla. No se ha percatado de mi presencia. Mi madre coloca tres platos como siempre sobre el comedor y empieza a dejar los vasos llenos de limonada dulce. La favorita de ellos dos, a mi me da igual como quede la limonada, con que sienta el sabor al limón, estoy bien.

—¿Cómo han estado? —pregunta él con una sonrisa caída en mi madre.

—Normal —respondo tomando asiento a su lado izquierdo, mi madre lo hace en el derecho después de dejar la comida en los platos— Nada nuevo.

Él asiente con la cabeza, sabe lo que quiero decir.

No espero la orden para que me deje comer, lo hago bajo su mirada. No responde nada y también come, seguido de mi madre. Hizo de comer pasta, ensalada y carne picada, junto a la limonada que, como sabia, está dulce. Solo como, sin importar que ambos me están mirando de manera diferente.

Mi padre me mira con cautela, como si quisiera descifrar, me visualiza y se perfectamente lo que está pasando por su temible mente. Mi madre me mira sin ninguna expresión facial y se ha que lleva eso. ¿Cómo lo sé? Es una de las muchas premoniciones que he tenido y se han cumplido. Falta una muy importante para que todo lo malo suceda.

Mi mamá, una maldita mentirosa.

—¿Por que su cabello se esta tornando negro? —le pregunta mi madre a él, levantó la cabeza y los observó en una guerra de miradas.

—Por su medicamento, ya te lo explique que es muy fuerte para ella y cuáles son los efectos secundarios —responde con una sonrisa en mi dirección. ¿Dejara de tratarme como una niña de mi edad?— ¿Cómo te ha sentado el medicamento?

—Sueño —contestó secamente—. Hay... momentos en que duermo mucho, otros donde ni siquiera puedo dormir

Darle mucha información es un caso perdido para mí, por mi madre presente...

Maldición RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora