Leto
Tiempo atrás
La lluvia chocaba con mi ventana por culpa del fuerte viento que hacía esta noche, la admiro con desdén pensando en todo lo que puede ocurrir bajo de la lluvia. Estoy esperando que mi mamá me llame para comer con mi padre. En la ventana reflejan el color brillante de mis ojos. Mis ojos son de color miel con manchas naranjas, el mismo color de ojos de mi padre y al parecer, de todos nuestros antepasados.
—Hija, baja para comer, tu padre ya llegó —la voz susurrada de mi madre se escucha desde la puerta, asiento y me pongo los zapatos, dejando en la cama mi libreta de dibujos.
Al salir de mi cuarto, lo dejó bajo llave. Mi padre me tiene prohibido dibujar lo que veo en mis sueños o lo que puedo recordar por mi medicamento. Según, eso es de locos, no quiere una hija loca.
Lo hace por motivos de tu madre.
Buen punto, voz misteriosa que no es mi conciencia, desde que cumplí cuatro años, esa voz aparece en mi cabeza como si fuera suya, a veces, me molesta demasiado escucharla porque tiene razón. Llego al comedor y mi padre se quita el blazer dejándolo en su silla. No se ha percatado de mi presencia, mientras que, mi madre coloca tres platos como siempre sobre el comedor, también, deja los vasos llenos de limonada dulce. La favorita de ellos dos, a mí me da igual como quede la limonada, con que sienta el sabor al limón, estoy bien.
—¿Cómo han estado? —pregunta él con una sonrisa caída en mi madre.
Siempre me he preguntado y aún no he conseguido la mejor respuesta por su parte: ¿Por qué no me criaron aparte? Lo digo porque ambos no se soportan en ningún sentido, hasta hay momentos donde se quieren matar en mis narices, qué pérdida de tiempo estar con una persona que no quieres.
—Normal —respondo tomando asiento a su lado izquierdo, mi madre lo hace en el derecho después de dejar la comida en los platos.
Él asiente con la cabeza, sabe lo que quiero decir. No espero la orden para que me deje comer, lo hago bajo su mirada. Hizo de comer pasta, ensalada y carne picada, junto a la limonada que, como sabia, está dulce. Solo miro la comida después de dar bocados a un ritmo lento, sin importar que ambos me están mirando de manera diferente.
Mi padre me mira con cautela, como si quisiera descifrar, me visualiza y se perfectamente lo que está pasando por su temible mente. Mi madre me mira sin ninguna expresión facial, como siempre lo hace cuando me mira.
Mi mamá... Hubiera sido mejor que nunca estuvieras a mi lado...
—¿Por qué su cabello se está tornando negro? —le pregunta mi madre a él, levantó la cabeza y los observó en una guerra de miradas.
—Por su medicamento, es muy fuerte para ella y cuáles son los efectos secundarios —responde con una sonrisa en mi dirección. ¿Dejara de tratarme como una niña de mi edad?—. ¿Cómo te ha sentado la nueva dosis del medicamento?
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Maldición Rota
RandomDos ciudades donde rondan los tres peores asesinos. Dos personas tienen una hija pequeña y la otra que es una adolescente, jamás se habrían arrepentida tanto en la vida... Hay un orfanato... Donde se incendio, nadie sabe quién lo provocó o eso parec...