CAPITULO 26

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Desconocido

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Desconocido

Llegó el día donde podremos deshacernos de esos niños. Estoy harto de vivir escondido por culpa de los errores de mis hermanos. Saben demasiado, en especial ese trío que nunca se separa para nada. Siempre llegan a la escuela juntos, salen juntos, están en la casa de alguno de esos tres juntos. Sobre todo, el padre adoptivo de la chica, ya se dio cuenta de que los estamos vigilando.

Nadie lo obligó a adoptar a mi sobrina, tampoco sabía el riesgo que tenía al hacerlo, su mujer sí sabía lo que hacían. Al parecer, el amor hacia los niños ciega a su esposo, sucedió lo mismo con esa chica, hablando de ella, estoy haciendo compañía mientras el mayor de los tres llega. El mediano también está a mi lado.

Le acercó una botella de agua con un pitillo, se le dificulta beber por todos los golpes que le ha dado esa mujer que viene de vez en cuando para ver como esta, desquita su ira con ella. Aun no es hora de su muerte, pero a la idiota se le olvida el proposito de esto.

—Deja de darle agua, no se lo merece —reniega el mediano mirándola molesto.

—Sigue así y el próximo encerrado en este sótano serás tú, imbécil, no podemos matarla, ella no tiene la culpa de estar aquí y lo sabes —sacó otra botella de agua y se la colocó cerca de su boca, sigue bebiendo como puede.

—¿No que mucho odio al Superior? ¿Por qué sigues sus ordenes? Todo lo hace para su beneficio.

— ¿Tú no? —aparta la vista— La convenciste para entregar a una pobre chica, la tuviste un tiempo y luego se la entregaste a nuestro hermano mayor como una de sus víctimas. ¿Por qué sería?

—No fue para mi beneficio, traje a esa chica aquí porque él sabe solucionar las cosas y más cuando se trata de esa mujer. Todos sabemos el verdadero porqué tenemos a esa chica aquí

—Eso mismo dijiste con tu mujer y caíste en los encantos hasta tuvieron una hija Además... ¿Tú no solo matas a las mujeres infieles? ¿Por qué no lo has hecho con la madre de esta chica? —veo como tensa la mandíbula— Cállate de una vez, me estresas con tanta porqueria que sale de tu boca.

—¿Dejaran de pelear? —escucho la pregunta del mayor— ¿Cómo está mi segunda presa favorita?

—No come, todo lo vomita... Cierto animal que es una mujer la golpeó de nuevo sin compasión —los miro a ambos con una ceja levantada, el mediano gira los ojos y el mayor solo sonríe.

—¿La niña se siente mal? —comenta con sarcasmo el mayor, ella no nos mira a ninguno a los ojos— Tal vez, si dejaras de lloriquear tanto, no tendrías que beber tanta agua, para tener más fuerzas para llorar.

Al parecer hoy si se tomaron el medicamento.

—Ya, creo que tiene suficiente dolor para escucharnos —demandó botando la tercera botella de agua a la caneca, abro otra y sigue bebiendo sin verme a la cara.

Maldición RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora