CAPITULO 49

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Erik

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Erik


Voy en el taxi junto a mi esposa, y el collar de mi difunta hija en mi mano. No puedo creer que murió sin querer vernos. ¿Por qué Amelia tenía que ser tan dura con ella?, ¿por qué la sobre protegio tanto? Perdimos su confianza y ahora está en un ataúd, por fin había encontrado su cuerpo, pero no se pudo despedir.

El asesino de mi hija, Dimyran, confesó que tuvo ayuda de una mujer para entregar y endulzar a mi hija, por el momento, él sigue en el hospital hasta que su salud mejore y enfrente a la justicia, ahora estamos buscando a la mujer para también hacerla pagar por eso. En mis sospechas tengo a Leto, pero si fuera así, la habría hundido con ellos. La policía está en busca de la otra asesina de mi hija.

—Erik, tienes que olvidar —Amelia toma mi mano con el collar de Betbal, su voz se nota con un poco de repugno—, ella ya no está con nosotros, tenemos que seguir adelante.

—Es tan fácil decirlo, pero es tan difícil hacerlo... Perdí a mi hija biológica en manos de los peores asesinos y a mi hija adoptiva por culpa de ellos... ¿Qué más quieres Amelia? —le escupo con ligera molestia al verla tan tranquila.

—Llegamos señores.

Amelia le paga y bajamos del taxi, quedó quieto al ver mi casa y todos los recuerdos me llegan

—¡Papá! —la voz de Elizabeth entrando a la casa mientras lloraba—, ¿por qué no fuiste a recogerme hoy a la escuela?, ¡no me gusta venirme sola a la casa!

—Cariño, tenía mucho trabajo, le dije a tu mamá que fuera por ti —la tomo en mis brazos mientras llora en mi hombro—. ¿Dónde está tu mamá?

—No sé... —se limpia las lágrimas— No los vi a ninguno y me vine con un compañero que estaba por acá cerca, ¡te dije que no me gusta venirme sola!, ¡me dejaste sola! —vuelve a llorar sobre mi hombro.

Amelia me hubiese avisado que la niña se iba a venir sola. ¿Por qué no me contesta el teléfono?

—Ya, mi niña, no llores, tengo que volver a la oficina, ¿quieres volver conmigo? —ella asiente aún llorando— Empaca las cosas, hoy nos demoraremos un poco en llegar a la casa.

Ella sube corriendo a su habitación, yo tomo de la nevera una botella de agua, es raro que Amelia dejará a la niña sola. No le gusta que ande sola por las calles y ella la dejó, es bastante sospechoso.

Mi celular suena y lo agarro para ver qué es, es un mensaje anónimo. Lo abro y mi botella de agua cae al suelo al ver el video sin ninguna reacción alguna. Es Amelia teniendo relaciones sexuales con un hombre, y ese hombre está grabandola. Apago el celular y me siento en una silla del comedor, tapo mi cara y trato de incluir mi llanto.

¿Cómo es capaz de serme infiel...? Le di todo lo que quería, mi amor, mi tiempo y también cosas de lujo... ¿Qué más quería ella de mí? Si le afectaba algo, podría solo decirmelo, pero prefiero engañarme y buscarlo en otra persona.

Maldición RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora