CAPITULO 37

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Leto

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Leto

Estoy caminando con paso firme y una pistola sin segura en mi nunca, que en cualquier momento puede soltar una bala, no lograría reaccionar si eso llega a pasar.

—Jamás pensé que mi hijo iba a sobrevivir en ese Orfanato —comenta con burla la mujer que tiene su pistola en mi nuca—. ¿Cómo te ha tratado la vida, hijo mío?

El nombrado tensa más la mandíbula al escuchar su risa de sinica. Mi padre es quien tiene su pistola en la nuca de Hades, Dimyran la tiene en la de Ares y otro chico, no reconozco quien es con exactitud, está apuntando en la cabeza directamente al punto más débil a Arseniy.

—¿Para qué quieres saber? Siguete revolcando con todos esos hombres que conoces que es para lo único que sirves.

Escuchamos varios chiflidos por parte de Dimyran, Alvize y unos cuantos de Ares y Arseniy.

—¿Esa es la educación que te dio el padre de Leto en el Orfanato? —pregunta otra vez con ironía— Se le nota de lejos que no sabe cuidar niños.

—Entonces si tu sabias criar a un niños, ¿por qué lo abandonaste en mi Orfanato a su suerte? —le contrapregunta con repugnancia en sus palabras.

Por fin, ella guarda silencio, le agradezco a mi padre ese poder que tiene para callar a las personas con una simple pregunta.

Lo heredaste.

—¿Quién es el encapuchado? —cuestiono aburrida.

—¿Te interesa saber quien soy?

Confirmado, es un chico, parece un adolescente.

—No, pero... —musito aburrida— No tengo que hacer y estoy más que segura que no volveremos a esa cabaña.

—Definitivamente eres hija de Alvize, siempre tienes la razón.

Giro los ojos frustrada y cansada de que me estén repitiendo lo mismo.

¡Si soy hija de Alvize Ivanov, hombre que sabe lavar dinero, compra a todo el mundo con dinero y es un psicópata desquiciado, hijo de puta que tiene como obsesión a mi difunta madre!

Me tienen harta de que me repitan lo mismo todo el tiempo.

Seguimos caminando entre los comentarios irónicos de la mamá de Hades y Ares. Sus voces retumban en mis oídos y siento que la cabeza me va a estallar.

—¿Podemos parar un momento? —solicita Arseniy— Será rápido.

Se percató de que me sujetó la cabeza con algo de fuerza. Estoy mareada y las ganas de vomitar empieza a aparecer rápidamente.

—¿Estás cansado? —ironiza Dimyran.

—No seas estupido —le escupe irritado.

—Quita tu arma de mi cabeza... —susurró tapandome la boca, tengo muchos ascos

Maldición RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora