CAPITULO 54

9 0 0
                                    

Leto

—Nunca pensé que Hades tuviera la Black Card... —comenta Hera acomodando sus bolsas en sus manos— Se nota que el trabajo en el Centro Psiquiátrico le ha sentado muy bien.

—Que graciosa, Hera —Hades gira los ojos algo fastidiado por eso—, simplemente soy responsable en mi trabajo, como deberían ser todos.

—Bueno... Yo debo irme a mi casa, mi gato me espera..

—¿Tu gato o uno de tus novios? —Hera mira mal a Hades y le saca el dedo del medio.

—¡Hera, no seas grosera! —ella quita la mano y la esconde en su espalda por el regaño de mi padre.

—Muy chistoso, señor enamorado... Pero no, tengo un gato en mi casa el cual no puedo dejar todo el tiempo solo porque es un bebe todavía, como tu no tienes bebés ni animales en tu casa, no opines. Adiós.

—Por favor, avisame cuando llegues a tu casa —Alvize se despide de ella con un abrazo.

—Si... —ella se gira y queda al frente mío— ¿Me permites abrazarte?

«No»

—Está bien...

Ella se acerca y me abraza con un poco de fuerza, imito su acto para no levantar ninguna sospecha, aunque he dejado en claro que no me gusta el contacto físico.

—No creas que me doy cuenta que finges que no me recuerdas, Leto Ivanov...

Cubro mi sonrisa con su cabello rojizo, mismo cabello que me da asco tener cerca después de tantas desgracias.

—Por fin te sirven las neuronas, Hera... Me alegro por eso.

—No te hagas la inocente en todo esto, estoy segura que fuiste tú la que demandó a Hermes para que esté en la cárcel en estos momentos.

Hermes... ¿Ese imbécil no está muerto?

—No, no fui yo, pero si algo te queda claro, es que ya no está a mi lado para hacerme daño como te gusta Hera... Ten presente algo, y esto, espero nunca se te olvide.

Yo la tenía abrazada de una forma algo rara, mis manos estaban en sus brazos para no evadir tanto el abrazo, aprovecho eso, y aprieto mi agarre en su brazos haciendo que su cuerpo se tense demasiado.

—Si me entero, que estas planeando algo contra Hades al estar metida en su trabajo, creeme... No sales viva, Hera...

—Jamás pensé que fueras celosa... —su voz me provocaba asco, más de los propios medicamentos— Mi querida mejor amiga es una celosa, te entiendo perfectamente, Hades es un buen partido, apuesto, musculoso, trabajador, atento, caballeroso y con dinero, cualquier mujer tendría ganas de estar con él...

Aprieto más mi agarre y espero que sus brazos queden con moretones. Escucho por lo bajo su risa, que repugnante.

—¿Te duele que te diga la verdad? Es una lastima...

—¿Sabes realmente que me da lastima? Tu vida, Hera... ¿Por qué no comprendes que por más envidia y mal que me desees yo siempre gano? Mírame...

Mi sonrisa se agranda, estoy segura que la de ella se iba desvaneciendo lentamente.

—Deseaste que me muriera, y sobreviví. Quisiste que Hermes me dejara y volviera contigo, pero terminó en la cárcel pagando todos sus delitos... Todo lo mal que me has deseado, se te devuelve de la peor forma, ahora quieres que Hades sea tuyo, pero te equivocas...

Me acerco a su odio sin quitar mi sonrisa.

—Hades no te quiere, nunca lo ha hecho y nunca lo hará... ¿Sabes por qué? Porque él me quiere más de lo que te puedes imaginar, siempre me ha querido y siempre lo hará... Por eso, Hera, me das lastima, buscate alguien que realmente te valore y no te arrastres como un gusano mendigando amor. ¿Recuerdas lo que te dije una vez...?

Maldición RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora