CAPITULO 9

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Desconocido

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Desconocido


¡No, no y no!

Me levanto de la cama, asustado por los gritos. Esos gritos me han acompañado los últimos años desde aquel incidente en el bosque con esos niños. Esos niños deberían estar muertos, aunque los rescataron dándoles una familia falsa.

No sé por qué ellos están involucrados en todo esto. Son solo niños, en especial ella.

No quiero pensar más en ellos, mejor preparó mi desayuno. Cocino un huevo con té y le agrego dos tostadas. Pongo toda mi comida en un plato y tomo asiento en el comedor, y, en vez de comer, juego con la comida recordando a mis víctimas como me rogaban que las libera prometiendo que no iba a decir nada de esto, pensándolo mejor, eran tentadoras las propuestas que me hacían y me divertía un buen tiempo. El riesgo era que sabían demasiado, la dirección de mi casa, entre otras cosas y no me podía arriesgar.

La cosa es que a esas mujeres yo no las mataba, jugaba mentalmente con ellas y lo sabían. Dejaba que mi hermano lo hiciera, no me agrada la idea de tener en mis manos sangre de mujeres que podrían ser de mi propia hija.

Ay, Khione... Espero que te encuentres bien en tu hogar.

No quiero recordar el motivo por el cual abandoné a mi hija. Sin embargo, el enojo que siento al recordar ambos accidentes evita que respire fluidamente, esa llamada me complico bastantes cosas, conozco a sus familias y a los chicos actualmente, todo estaba a mi favor para atacarlos sin que nadie se diera cuenta, pero no salió como quería.

El plan era que mientras otra persona atendía la llamaba para distraerlos, yo atacaba sus familias como una advertencia, pero todo se complico cuando alguien, intervino en las cámaras de seguridad de todos los vecindarios donde esos seis niños viven y, además, esos tres niños se dieron cuentas de las cámaras de seguridad.

Ahora, hay muchos detectives rastreando mi celular como desquiciados, celular que no funciona porque lo dañe y lo bote, ya lo cambié por uno nuevo y ni modo que busquen huellas, no tengo huellas dactilares, las perdí por culpa de mi madre, ambos tuvimos un accidente en la cocina y queme mis manos con aceite.

Colocaron de dos a tres policías en cada cuadrada de todos los vecindarios, admito que es algo divertido ver cómo las personas se frustran y se preocupan hasta se sobreprotegen entre ellos; eso lo pensarían los enfermos de mis hermanos.

Dejo el desayuno en la mesa y me meto a bañar, duróunos 20 minutos por pensar muchas cosas, salgo y busco ropa normal, me visto,bajo las escaleras y salgo de la casa. Mientras camino, cuatro o cinco carrosde patrullas rondan este vecindario unas tres veces, el sonido de sus carrosaturde los oídos de cualquiera. Tanto tiempo caminando que llegó a un parque lleno de niños pequeños, adolescentes románticos, adultos problemáticos y ancianos alcohólicos con sus perros guardianes. Tomó asiento en una banca algo alejada de todas las personas.

Maldición RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora