CAPITULO 21

43 1 0
                                    

Asher

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Asher

Me duele insoportablemente el cuerpo, me levanto de la cama de Elizabeth, resulta que el padre se iba a quedar a dormir aquí, pero me vio y se fue para otra habitación, me levanté en la noche al escuchar la puerta abrirse porque pensé que era Leto y me traía algo de comer, la pizza de anoche no me lleno casi y me daba pena pedir un poco más porque Amelia estaba enojada, a pesar de que ellos me tratan como alguien más de su familia, no es bueno abusar de las personas amables.

¿Pero que si abusan de tu confianza...?

En la mañana antes de salir de la casa, me despedí del padre adoptivo de Elizabeth avisando que estaré en casa de Hades, claro, yo lo llame por su falso nombre.

En el camino de la casa de Hades, encontré un arbusto de rosas, pero inusuales, no tienen ningún rojo vivo, son apagadas y casi sin vida. La persona que las riega no me da buena espina y la sonrisa forzada que me regaló me lo confirma más.

¿Quién eres?

No se si es hombre o si es mujer, aun así, su presencia no me agrada.

Es la primera vez que veo esa persona por aquí...

Y ahora estoy aquí, acostado en su cama escuchando después de analizar lo que paso hace unos minutos... No sé cómo decirlo, ¿sobre Leto?

—¡¿Cómo es posible que Hermes haya aparecido?! ¡¿No se supone que él también murió?! —me tira una almohada que cae en mi barriga.

—Realmente no. Cuando estuvimos en la casa hogar, él seguía en el hospital recuperándose, y antes de que fuéramos adoptados, y después de eso, Leto seguía siendo pareja de él, —le devuelvo la almohada de la misma manera que él lo hizo— y para tu información, si la llego a golpear más de una vez afuera del orfanato y como quedó débil por el estupido medicamento, no se podía defender. ¿Continuo?

—Ese desgraciado, hijo de...

Se queda callado aventando otra almohada que casi rompe una ventana de tanta fuerza con la que la lanzó.

—Pero se quedó en Snicke, ¿verdad?

—Ya quisiéramos que no apareciera en nuestras vidas — él frunce el ceño y yo giro los ojos, estoy tratando de ser lo más obvio posible—. Él está aquí con Hera hace casi un año, descubrieron nuestras identidades y donde estudiamos, posiblemente ya saben hasta dónde vivimos.

—¡¿Qué?!

—Pensé que ya te había cruzado con él.

—La última vez que me crucé con ese intento de humano, fue el día donde dieron el Show en la cafetería.

—Ah, cómo olvidarlo... —suspiro recordando ese momento en la cafetería— No parabas de mirar a Leto, entonces, ¿Hercules tuvo razón cuando dijo que te gustaban las guitarristas?

Maldición RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora