CAPITULO 7

68 3 1
                                    

A

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A.D.M

Tener que pensar en tu próxima presa es difícil cuando tienes bastantes en mente. En mi caso solo busco a la más débil pero astuta, esto implica una chica que se llama Marly, jovén de 19 años, casada hace seis meses aproximadamente, sin hijos, en la universidad, etc.

—Esto será pan comido —salgo de mi casa como una persona normal.

Camino por las calles observando a la sociedad, como la gente actual tan normal con todos los problemas que estamos causando, aunque ese no es el punto ahora, nada que tenga que ver con el mundo exterior es mi problema. Me acerco a la universidad donde se encuentra la chica, por la poca información su esposo de 30 años le paga la universidad a cambio de estar con ella, aunque lo que no sabe es que lo engaña conmigo hace 4 meses.

La miro bajar las escaleras feliz de verme, me abraza y besa apasionadamente. Finjo estar feliz con su presencia porque el único sentimiento que me provoca es el asco, me da asco la gente hipócrita y falsa como ella. Caminamos a su casa agarrados de la mano. Esta acción me repugna. Ella es solo algo temporal.

Llegamos a su casa y mientras me sirve algo de tomar descarto la idea de que sus cámaras estén activadas. Las veo desconectadas y tapadas con una manta negra como le indique por videollamada. Las ventanas están tapadas con cortinas.

—Estas raro —comenta dejando el jugo de naranja en la mesa junto a mí.

—¿Por qué? —la miró fingiendo confusión.

—Es la primera vez que aceptas venir a mi casa —comenta con una sonrisa de oreja a oreja.

Esas sonrisas son las más horrendas...

—Supuse que ya era tiempo de conocer la casa donde te tiene tu esposo —tomó un poco del jugo para después levantar una ceja en su dirección—. ¿Hay algo malo en eso?

Niega con la cabeza, contenta. El jugo es algo dulce y amargo, no de mi gusto. Lo vuelvo a dejar en la mesa poniendo toda mi atención en ella o mejor en su escote, no tiene un busto grande y eso hace perder mi interés en ella, aun así, esto acabará pronto.

—¿Qué tal si jugamos algo? —propongo con una sonrisa torcida.

—¿Qué cosa? —me mira extrañada

—Es simple, es parecido a las escondidas, tu te escondes y si te encuentro en menos de 2 minutos tienes que pagar una penitencia —la miro algo pervertido y ella capta la indirecta fácilmente.

—¿Y qué pasa si no me encuentras? —pregunta con un tono de decepción.

—Terminamos esto —le contestó fingiendo tristeza

Ella lo piensa por varios segundos, parecen una eternidad y acepta. Le doy 20 segundos para que se pueda esconder.

Pobrecita...

Maldición RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora