CAPITULO 28

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Hades

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Hades


Llegué hace dos años a este dichoso Orfanato por culpa de mi madre. El mismo día que cumple ocho años, mi madre me trajo a este lugar, ella me maltrataba por ser producto de una violación de mi difunto padre. Ella misma lo mató una noche por muchas cosas que sucedieron con él, logró ser tan buena mentirosa que la policía le creyó su falso testimonio, dizque en defensa propia.

Mi padre no la maltrataba y dejó de acosarla hace tiempo, solo le daba lo que ella quisiera, joyas y flores, autos y ropa de lujo. Ambos eran infieles, nada importante, la única diferencia entre ellos dos, es que mi padre se dejaba llenar la cabeza de porquería por culpa de mi abuela, su madre, mejor dicho.

Suficiente de mi triste pasado, detesto recordar mi antigua familia o si quiera, se puede llamar así, centrémonos en el presente. El Superior nos está explicando una actividad, como si fuera una salida pedagógica que hacen las escuelas o ¿excursión? No sé muy bien cómo les digan, no asistía mucho a la escuela. Estamos sentados todos en el suelo en varias filas horizontales, poniendo atención.

—¿Alguna pregunta sobre nuestra salida? —pregunta él con una sonrisa, pareciera que le encantan los niños.

—¿Cuánto tiempo estaremos afuera? —alza la mano una niña, la conozco por el nombre de Aura, es una niña alegre por lo que he socializado con ella.

—Será algo de un día, volveremos en la noche —muchos chicos se excusan—. No podemos salir tanto de noche, el medicamento tiene efectos secundarios para cada uno. ¿Quieren enfermar?

Todos niegan y él suelta una carcajada disimulada. Él no es malo por lo que han dicho niños del pasado, sin embargo, me enteré de que toma un medicamento fuerte para él, puede que esa sea la razón por la cual es tan reservado o lo hayan descrito como un hombre peligroso.

Un rechín de la puerta principal de este salón me saca de mis pensamientos y la puerta se abre revelando a una niña con el cabello bicolor, en la raíz y la mitad del cabello es completamente negro, en las puntas es plateado, se combinan un poco, como si estuviera tinturado, pero es mentira. Encontré una foto de esa misma niña en la oficina del Superior el día que llegué a este lugar.

—¿Qué haces aquí? —le pregunta él algo confundido, tiene una ceja levantada, todos la miramos, a ella no le importa.

Ella me trajo, como te había dicho —responde sin mostrar alguna emoción, se queda al lado de la puerta, no se mueve—. El día que me recogiste de la escuela. ¿Lo olvidaste?

No, solo, no pensé que el tiempo pasara tan rápido —ella muestra su sonrisa con sus perfectos dientes—. Ven, te presentaré con mis queridas gotas.

No complementa la frase, no sería muy apropiado. Puedo notar que evita una mueca de disputa y termina accediendo, camina sin mucha prisa hasta... Lo que parece ser su padre, se parecen en varias cosas, como lo más notable son sus ojos. Ella nos repara y al lugar también. Observa a cada uno con su mirada penetrante neutra.

Maldición RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora