Leto
—¿Qué le mandaste a comprar a Ares? —pregunta Hades entrando a la cocina, olvide que estaba en la sala.
A propósito, sin camisa, todo feliz caminando por la casa sin camisa y con mucha tos.
—Unas cosas para una bebida medicinal tradicional —respondo hirviendo un poco de agua.
—¿No hay de eso aquí? —abre un cajón de arriba, buscando lo que parece que voy a nombrar— Seguro encontrarás lo que necesitas, mis padres adoptivos compran cualquier cosa innecesaria.
—¿Jengibre y limón?
—No.
Cierra el cajón y se abraza a sí mismo, me quedo viendo con los brazos cruzados.
—¿Qué?
—Enfermo, con semejante tos y sin un abrigo o por lo menos una camisa —señaló y él baja la mirada a su abdomen, luego, me mira con una sonrisa inocente—. Ponte alguna camisa ya sea de tirantes o algo parecido.
—No quiero, tengo calor por la fiebre.
—Mentiroso, la fiebre te da escalofríos no calor.
—Tal vez mi fiebre sea distinta, ¿no crees? —se baja y se coloca detrás mío.
—¿Ahora que ha-
Sus brazos me rodean por la cintura y me aprietan impidiendo que lo siga reprendiendo. Su calor corporal me inunda, es cómodo, su respiración en mi nuca se hace presente, esto es... No sé cómo describirlo. Por la ventana de la cocina, se admiraba cómo la lluvia cae por el vidrio lentamente y como una neblina nublaba gran visibilidad de las afueras. Es tranquilizador este momento.
Pongo mis manos sobre las suyas acariciando sus venas notorias, él me deja, a pesar de que detesta el contacto físico cuando se enferma no se queja, ahora que lo noto, se hizo un nuevo tatuaje en la mano y también es un dragón, está ubicado en su antebrazo izquierdo.
—¿Sabías que el dragón en tu antebrazo derecho complemente la mía?
—¿En serio?
—Si...
—¿Es nuevo? No te lo había visto.
—Lo hice hace dos semanas —susurra cerca de mi odio, me pone un poco nerviosa tenerlo tan cerca—. No sabía que te gustaban los tatuajes.
—Solo me lo hice porque me llamaba la atención y mi padre me dio permiso, así que aproveché.
—Lo hiciste después de que te salieras de la casa por culpa de tu madrastra.
—Ni me la nombres —reniego, molesta recordando todo—. Me los hice con tu amigo Bernal y su pareja, más no sabía que este complementa el tuyo.
Mi dedo recorre su tatuaje de dragón. Ahora lo noto perfectamente, es más gruesa en su brazo, a comparación de la mía, se ve dominante. Su otro brazo aprieta más mi cintura mientras gruñe.
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Maldición Rota
RandomDos ciudades donde rondan los tres peores asesinos. Dos personas tienen una hija pequeña y la otra que es una adolescente, jamás se habrían arrepentida tanto en la vida... Hay un orfanato... Donde se incendio, nadie sabe quién lo provocó o eso parec...