CAPITULO 18

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Leto

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Leto

Segundos después del incendio

Escucho el sonido de varias ambulancias y pisadas grandes de personas acercándose, mientras yo tengo a Hades a mi lado quien aprieta su mejilla por el corte, al otro tengo a Hermes quien se sostiene el cuello y ayuda a otros chicos que están afuera, trato de hacer lo mismo. En este caso yo tengo a Ares en mis brazos, pareciera que la vida se fuera a ir por el reflejo de los ojos.

—¡Idiota! —unas lágrimas recorren mi mejilla— ¡No me puedes dejar en este asqueroso mundo! —lo sacudo para que no cierre los ojos— ¡Levántate, demuéstrale que no somos débiles!

—Tonta... —veo como escupe sangre en el pasto— Nosotros no vamos a morir... ¿Desde cuando la hierba mala muerte?

Escucho su risa mientras le sale sangre por la boca.

—Aun así, agonizando, sigues siendo un maldito comediante —sonrió junto a él.

¿Qué podría hacer sin tí, mejor amigo...?

Levanto mi cabeza porque en los ojos de Ares se refleja un color inusual y es el color de la luna llena.

Tengo al gato negro a mi lado lambiendo la cara de Ares, no sé en que momento llego, pero creo que se percató del accidente y del color tan raro que se pintó la luna... Es el color celeste, pero se empieza a oscurece y el brillo de la luna hace una mezcla de sensaciones dentro de mi cuerpo, como si desde siempre me gustara admirarla.

Pareciera que la conociera de toda la vida...

Cómo si mis vidas pasadas también la admiraran sin cansancio...

—¡Niños! —escucho la voz de una mujer adulta cerca de nosotros— ¡Hay sobrevivientes afuera del orfanato, traigan refuerzos! —habla por un tipo de micrófono en su odio.

Miramos como otras personas se acercan a nosotros y tratan de ayudarnos, no dejo que me separen de Ares, él esta aferrado a mi saco negro manchado de mucha sangre... En especial de ellos...

Muriéndose pero con fuerza el desgraciado.

—Por favor tenemos que curarlos —suplica uno de los chicos que nos rodean, en mi otra manga, tengo a Hades que está siendo atendido por una chica joven a lo que llegan más ambulancias.

Suele ser el más tranquilo de los tres en estos casos.

—¡No me van a separar de ella! —escupe serio, como si no se estuviera desangrando— ¡Leto, ayudame!

—No me puedo mover —agarro su mano—. Tengo a Hades a mi lado.

Lo observo y él solo parpadea varias veces en forma de afirmación, le vendaron toda la boca para que el tejido no se siga separando

Maldición RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora