Eileen sabía que no iba a conseguir dormirse fácilmente. Así que ni siquiera lo intentó. Tenía claro qué haría a continuación, pero necesitaba quedarse a solas en la Sala Común. Mientras esperaba que sus compañeros subieran a los dormitorios, pensaba una y otra vez en los hechos ocurridos aquella tarde. Estaba decepcionada de sus hermanos, a pesar de que lo sucedido no la sorprendía para nada.
Pasaron unas horas hasta que la Sala Común de Gryffindor quedó completamente vacía. Aún no era medianoche, así que esperaba que no se hubieran ido a dormir en su casa. Tomó un puñado de polvos flu para comunicarse con su hogar. Necesitaba hablar con sus hermanos con urgencia para poder comprender lo ocurrido. No podía acostarse sin escuchar sus perspectivas, sin pedir una explicación, sin darle una oportunidad a la posibilidad de que la realidad no fuera tan terrible como ella imaginaba en ese momento.
–Eileen, cariño. Buenas noches –saludó Elle Lestrange con alegría al ver la cara de su hija entre las brasas de la chimenea.
–Hola, mamá ¿Cómo estás? –respondió ella con una sonrisa. Se alegraba de veras de verla.
–Bien, cielo ¿Y tú? ¿Está todo bien? –le preguntó la mujer sorprendida de la comunicación repentina.
–Sí, todo bien, mami. Quería charlar un momento con Rabastan.
–¡Oh, justo hoy! Fue a cenar a casa de Rodolphus –se lamentó su madre.
–No te preocupes, lo ubico allí.
Eileen se despidió de su mamá y luego se comunicó con la casa de su hermano. Cuando entró en contacto con la red flu, pudo observar la sala de la otra Mansión Lestrange. Rodolphus estaba sentado a la mesa del comedor, a su lado estaba Bellatrix y frente a ellos Rabastan.
–¡¿Acaso están locos?! ¿Qué demonios hicieron? –les recriminó sin siquiera saludar. Rodolphus y Rabastan se miraron entre ellos con el ceño fruncido y Bellatrix estalló a reír en una carcajada.
–No te metas en esto, Eileen –respondió su hermano mayor con tono autoritario.
–¡Podrían haberle hecho daño de verdad a alguien!
–A un par de sangres sucias ¿Y qué? –replicó Rabastan.
–Que no me parece bien –sentenció la muchacha con firmeza. Las tres personas que estaban sentadas a la mesa intercambiaron una mirada de desconcierto.
–¿Desde cuándo te importan los impuros? –inquirió Bellatrix, que había dejado de reírse finalmente.
–No importa –intervino Rodolphus antes de que su hermana alcanzara a responder–. No te metas en nuestros asuntos. Confía en nosotros y estarás bien. No pensábamos hacerte el menor daño, esto iba contra los sangre sucia, Eileen. Así que tú tranquila, ¿sí pequeña? ¿O acaso piensas que atacamos sin mirar a quien? Ve a la enfermería y fíjate cuántos sangre puras hay heridos por lo de hoy.
Eileen retiró la cabeza de la chimenea sin despedirse de ninguno de los tres. Se quedó un momento mirando a las llamas escarlatas sin decir una palabra. Respiraba entrecortadamente a causa del enojo y la decepción que sentía. La realidad era aún peor que lo imaginado. No atacaban a diestra y siniestra sin fijarse en quién resultaba herido. No lo hacían por diversión. Actuaban siguiendo un plan macabro.
–¡Imbéciles! –murmuró finalmente con la vista clavada en la chimenea. Recién en ese momento se dio cuenta de que tenía los ojos llenos de lágrimas.
–¿Tú crees que cambiarán de actitud porque a ti no te parece bien lo que hacen? –le preguntó una voz a sus espaldas y ella se sobresaltó. Suspiró aliviada al notar que se trataba de Sirius y que no había nadie más en la Sala Común.
–¿Qué haces aquí? –le preguntó al muchacho.
–Me olvidé esto y cuando estaba viniendo a buscarlo escuché que llamabas a tu hermano... Lo admito, me dio curiosidad para qué lo buscabas –explicó blandiendo en su mano derecha un pergamino viejo. Eileen no dijo nada. Se dejó caer en uno de los sillones nuevamente– ¿Cómo sabías que fueron ellos? Si ya habían vuelto ustedes cuando ocurrió todo ¿O Evans los reconoció?
–No, Lily no los reconoció. Yo me los crucé un rato antes. Ellos me convencieron de volver al castillo antes. Pero no pensé que fuera a suceder algo así... ¿Tú los reconociste?
–A ellos no, a Bellatrix –contestó el chico con voz apagada–. O sea que regresaron antes porque tus hermanos te lo dijeron ¿Y Emmeline, Hestia o Mary no sospechan que ellos estén involucrados?
–No les dije que es por eso... inventé que tenía frío. Ni siquiera buscamos a Lily... Fui una idiota –se lamentó ella.
–La verdad que sí. No sé por qué confías en ellos.
–Son mis hermanos, Black. Los conozco, no son malas personas. Cuando quieren, te aseguro que son adorables y divertidos.
–Son buenos contigo porque eres su hermana. Ahora, ¿cómo crees que actuarían si, por ejemplo, decidieras enfrentarlos? ¿Qué crees que hubiesen hecho si esta tarde los enfrentabas con una varita, Eileen? No se van a detener porque se los pidas por favor.
–¿Y cómo puedo evitar que se conviertan en personas terribles?
–No puedes evitar que alguien sea lo que ya es, Eileen. La pregunta es de qué lado te pondrás tú. Imagínate que alguno de tus hermanos estuviera torturando a Evans con la maldición cruciatus ¿Qué harías tú?
–Ellos no...
–No digas que no harían eso, porque he visto cómo Bellatrix se lo hacía a una niña de tercero. Y sabes que tus hermanos estaban allí. Nadie puso resistencia a que lo hiciera, al contrario ¿Qué harías si Rodolphus estuviera torturando a Lily?
–No quiero ni imaginar esa situación, supongo que lo aturdiría –murmuró Eileen luego de un largo silencio.
–Eres un caso perdido, tarde o temprano terminarás convirtiéndote en lo mismo que todos ellos. No eres distinta a nadie de tu familia –sentenció el chico y subió las escaleras dejándola a ella más angustiada que antes.
Sirius Black desapareció escaleras arriba y Eileen Lestrange rompió a llorar amargamente en el sillón de la Sala Común. Estaba angustiada, enojada y asustada. No podía elegir entre su familia y sus amigos, se sentía incapaz de hacerlo. Desde que había comenzado el colegio, habían sido como mundos separados, la unión entre ambos era terrible. Una enorme zanja se había abierto entre sus dos realidades y ella no sabía de qué lado quedarse. Ante la incertidumbre, sentía que había caído al fondo de aquella grieta. Era un pozo profundo del que no tenía la menor idea cómo salir.
La enojaba profundamente la actitud de sus hermanos. No la tomaban en serio, creían que solamente le importaba su propia seguridad y no eran capaces de sentir empatía por ninguna otra persona que no fuera una respetable sangre pura. La risa de Bellatrix retumbaba en su cabeza y tenía ganas de romper algo de la furia que le provocaba la burla de su cuñada.
Pero además, estaba espantada por lo que había dicho Sirius. El chico se había marchado enojado y ella temía que a la mañana siguiente le revelara a sus compañeras que eran sus hermanos los que habían participado en el ataque. Emmeline, Mary y Hestia sabían que ella había hablado con Rodolphus y Rabastan minutos antes de volver, la acusarían de saber lo que iba a pasar.
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La alianza impensada para cambiar el pasado
ФанфикPetunia Dursley se entera de la muerte de su hermana y quiere revertir ese hecho. Para eso, acude a la última persona que hubiera pensado: Severus Snape. ¿En qué consistirá el plan de ellos dos para cambiar el pasado y evitar la muerte de Lily?