Capítulo V: El viaje

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Para Eileen, el tiempo de clases y el periodo de vacaciones eran como vidas separadas. Bastaba que la muchacha pusiera un pie en el andén 9 y ¾ de la estación King's Cross para que se sintiera libre. Allí podía ir corriendo con su mejor amiga, Lily Evans, conversar de manera despreocupada, decir lo que pensaba sin pensar varias veces antes cómo lo tomarían los demás y ser ella misma. 

Sus padres y sus hermanos quedaban relegados a un rincón de su cerebro del que no regresaban hasta que el tren amainaba la velocidad en el Londres al comenzar las vacaciones. A ellos, jamás les había dicho la amistad que la unía con quien su familia consideraba una indigna de respeto. Rabastan, durante los años que coincideron en Hogwarts, las había visto juntas, pero siempre consideró que era porque compartían casa y dormitorio. Eileen nunca les dijo a sus parientes nada acerca de sus amigas, simplemente, cuando las mencionaba, se refería a compañeras de escuela, sin detallar demasiado.

Sin embargo, la invadía un sentimiento de culpabilidad al no ser totalmente sincera con su amiga. No le pasaba lo mismo cuando le mentía a su familia. De algún modo, consideraba que esa mentira era justificada, pero la otra no. Jamás le había contado a Lily quién era realmente su familia. No se atrevía, se avergonzaba completamente. Solo le había mencionado que eran estrictos y conservadores. Pero los Lestrange eran mucho más que eso y a cada momento que pasaba sin decirle una palabra a la pelirroja, sentía como si la traicionara o se burlara de su confianza. Y si jamás se había planteado contarle su origen a Lily, menos al resto de sus compañeras.

Mary McDonald, Hestia Jones y Emmeline Vance eran las otras estudiantes de quinto año de Gryffindor. No eran tan apegadas a Eileen como lo era Lily, pero las cinco tenían una excelente relación. Pero aquel año, era el primero que no viajaba junto a la pelirroja. Lily había sido elegida prefecta de su casa y debía ir en el vagón con los otros estudiantes destacados. Desde su primer año, habían ido siempre juntas, conversando. La había conocido a los once años, cuando luego de discutir con James y Sirius, le había pedido a Eileen, que estaba sentada sola en un compartimiento con Emmeline, si ella y Severus podían sentarse con ellos. 

Recordaba ese viaje a la perfección, porque se lo habían pasado hablando de las casas del colegio. Ella había permanecido muda, convencida de que iría a Slytherin al igual que toda su familia. Sin embargo, en la ceremonia de selección, vio cómo Sirius Black era elegido para Gryffindor. Ese hecho la sorprendió por completo. Si él podía ir a otra casa, ella también. El Sombrero Seleccionador se llevó un buen tiempo en decidir dónde colocarla. En su cabeza, la voz de aquel misterioso objeto repetía que tenía mucha astucia, inteligencia y valor. Hasta que bramó su decisión final en voz alta y un murmullo de sorpresa recorrió el Gran Comedor. Recordaba caminar hacia la mesa de rojo y dorado, con la mirada atónita de su hermano Rabastan clavada en la nuca.

–¿Qué tal ha estado tu verano? –le preguntó Mary mientras el tren se ponía en movimiento. Era una chica de estatura mediana, cabello castaño y ojos color miel. Su rostro redondeado y amable sonreía observándola.

–Nada especial... he estado en casa –respondió Eileen sin darle importancia. Su amiga le preguntó lo mismo a las demás chicas y comenzaron a conversar acerca de las vacaciones.

–Escuché que tu hermano se casó –murmuró Hestia dirigiéndose a ella. A diferencia de Mary, sus padres eran magos y la boda de Rodolphus y Bellatrix había sido motivo de chusmerío entre gran parte de la comunidad mágica. Incluso El Profeta había publicado un ridículo artículo mencionando que dos de las familias más tradicionales estaban unidas mediante ese matrimonio, con una fotografía de ellos en el altar.

–Sí, ha sido una linda fiesta –admitió.

–¿A dónde se fueron de luna de miel? –preguntó entonces Emmeline observándola con sus ojos marrones llenos de curiosidad.

–A París.

–¡Qué lindo! Tu otro hermano sigue soltero, ¿verdad? –inquirió Hestia con una sonrisa pícara– No me molestaría ir de luna de miel a un lugar así de magnífico.

–Sigue soltero, pero que sepas que no cuentas con mi visto bueno. Rabastan está loco, tú te mereces a alguien mejor –contestó riendo. Además de que su amiga no conocía más que de vista a su hermano, Rabastan jamás le dirigiría la palabra solamente por el hecho de que ella era mestiza.

–Es celosa con los hermanos –se burló Emmeline y ella rodó los ojos ¡Si supieran!

–No es eso –aclaró de inmediato Eileen.

–¿Le has lanzado algún maleficio a Bellatrix Black? ¿Cuántas veces trataste de impedir que te robe a tu hermano? –preguntó Mary siguiendo la broma.

–¡Oh, vamos! Si por mí fuera, se lo entrego con moño de regalo. Pero a ella no le tengo cariño, así que no debo advertirle nada, tonta.

Eileen se disculpó con sus amigas diciendo que iba al baño y salió del compartimiento. Eran unas idiotas por creer que a ella le daba celos pensar que alguien se casara con sus hermanos ¡Como si le importara! ¡Como si tuvieran alguna idea de quiénes eran esos dos en realidad! Había tantas cosas que no podía hablar con ellas. Ella tenía una buena relación con sus hermanos, pero difería demasiado en el modo de pensar. Eso era lo que sus amigas desconocían. No sabían en absoluto que sus hermanos habían comenzado a prestar servicios para el Señor Tenebroso hacía varios años. Allí, de hecho, Rodolphus se había enamorado de Bellatrix. Suspiró y empezó a caminar por el pasillo del tren, esperando que cuando regresara al compartimiento sus compañeras ya hubieran cambiado de tema. En el camino, se cruzó con James Potter, Sirius Black y Peter Pettigrew que iban casi corriendo y riéndose a carcajadas.

–¿Cómo estás? –la saludó Sirius.

–Bien, ¿y ustedes?

–También, ¿qué andas haciendo?

–Nada... solo... dando una vuelta. Evitando el tema de "La boda del verano", del que están hablando mis compañeras. -Admitió, haciendo referencia al título de El Profeta.

–Oh... ya veo –murmuró Sirius.

–¿No les has contado que estás comprometida? –preguntó James con tono divertido y ella fulminó a Sirius con la mirada.

–¡¿Cómo se te ocurre decirle?! –bramó indignada.

–Oye, tranquila, sabe que no es en serio –le aclaró el muchacho mientras los otros dos reían.

–Por eso mismo, no tienes que andar publicándolo por ahí –remarcó.

–Solo le dije a ellos, y no le dirán a nadie, ¿verdad? –James y Peter asintieron con la cabeza.

–¡Eres un idiota! –exclamó ella apuntándole con la varita–. No le he dicho una palabra a mis amigas y falta que se enteren por estos dos.

–Hey, en serio, no diremos nada –intervino Potter en defensa de su amigo–. Lo siento, ha sido un mal chiste. Pero no lo mencionaremos ante nadie.

–Más te vale –advirtió enfurecida.

–¿Qué sucede aquí? –estaban junto a la puerta que daba al vagón de los prefectos y Lily estaba saliendo de allí junto con Remus. Los dos observaron a los cuatro chicos con curiosidad. Eileen sujetaba a Sirius de la camiseta mientras le apuntaba con la varita, pero observaba a James con profundo odio.

–Estoy a punto de lanzarles un maleficio por imbéciles –explicó la morena.

–Ven, te vas a meter en problemas antes de llegar –suspiró la pelirroja interponiéndose entre Black y su amiga y bajándole delicadamente a Eileen el brazo en el que sostenía la varita. Ella la guardó en el bolsillo de su túnica y regresó junto a Lily al compartimiento en el que estaban sus otras compañeras.

La alianza impensada para cambiar el pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora