Si Eileen y sus amigas esperaban que la primera semana de clases fuera tranquila, estaban más que equivocadas. Todos los profesores comenzaron el quinto curso anunciándoles que ese año rendirían los Timos y que, por lo tanto, tendrían que esforzarse para dar el máximo. De la cantidad de exámenes que rindieran con éxito dependía qué materias podrían cursar en sexto para los Éxtasis. Y de los Éxtasis que tuvieran aprobados se desprendía el futuro profesional de cada uno.
Mientras algunas de sus compañeras ya estaba analizando qué carrera estudiar, Eileen estaba absolutamente perdida. Era una excelente estudiante y tenía buenas notas en casi todas las asignaturas. Y tal vez, ese era el problema: se imaginaba en muchos trabajos sin inconvenientes. Se veía a sí misma desempeñando un puesto en el Ministerio de la Magia, en San Mungo, dando clases en Hogwarts o estudiando criaturas mágicas. Todo le gustaba.
–Yo me fijo en mi familia, viendo lo que trabaja mi madre, ya sé que ni loca seré sanadora –opinó Hestia cuando ella comentó en voz alta su inquietud. Estaban en la Sala Común de Gryffindor, en la noche del segundo día de clases.
Pero a ella ese consejo no le servía en absoluto. Su familia no tenía la menor necesidad de trabajar. Su padre iba cada tanto al Ministerio de la Magia a hacer negocios, que Eileen no tenía la menor idea en qué consistían. Su madre, en cambio, jamás había trabajado. Rodolphus y Rabastan a veces acompañaban a su padre, pero estaban más ocupados con sus proyectos, de los que tampoco habían hecho partícipes a la chica así que los desconocía por completo. La verdad era que nadie esperaba en su casa que ella decidiera estudiar y trabajar. Seguramente la veían casada y con niños a los dieciocho o diecinueve años.
–Creo que tengo claro que es lo que no quiero –murmuró finalmente, al imaginarse en una mansión, leyendo El Profeta y mirando cómo dos pequeños peleaban.
–Y si te va mal en todos los exámenes, siempre tienes la opción del quidditch –intervino James, que había escuchado la conversación entre las dos chicas. Él era el capitán del equipo de Gryffindor. Eileen era la buscadora desde que estaban en segundo y los últimos dos años habían ganado la copa de quidditch. Frunció el ceño ante el comentario del chico. Nunca se había planteado de verdad ser jugadora de quidditch. Pero, ¿por qué no?
–Para eso hay que ser buena de verdad –apuntó luego de pensárselo un minuto.
–Y lo eres. De todos modos, el jueves a las siete comenzaremos los entrenamientos.
Eileen amaba el quidditch. Había aprendido a jugar desde muy pequeña, siguiendo los pasos de sus hermanos. Cuando tenía cinco o seis años, para que no los molestara interponiéndose entre ellos que disputaban la quaffle, Rabastan le había regalado una snitch y ella debía atraparla mientras los dos mayores hacían de cazadores. En segundo año, había una convocatoria para buscador y ella no dudó en presentarse.
Lo que más le gustaba del quidditch era la sensación de libertad. Cuando estaba en la escoba, con el viento rozándole el rostro y apartándole el cabello hacia atrás, concentrada solamente en encontrar una diminuta pelotita dorada, todos sus problemas desaparecían. En ese momento no existían los exámenes, las complicaciones, los problemas de ningún tipo: solamente había espacio en su mente para el juego, el vuelo y la adrenalina.
–El año pasado, terminaron Perkins y Heymour. Así que habrá pruebas para bateador y cazador este año. Serán la semana que viene –le dijo James al equipo de Gryffindor en el primer entrenamiento–. Además, Madame Hooch ya ha armado el calendario de partidos. Nuestro primer juego es el fin de semana siguiente a Halloween contra Slytherin.
Cuando terminó el entrenamiento, Eileen regresó a la Sala Común a finalizar algunos deberes que tenían pendientes. El señor Green, el nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, les había pedido enumerar y describir cada uno de los encantamientos defensivos o maleficios que conocían y que podrían llegar a utilizar en un duelo. Anotó los más importantes y luego se fue a dormir.
Al día siguiente, Green les anunció que la clase de aquella mañana sería práctica. Luego, los condujo a una sala que estaba completamente vacía. Los estudiantes se observaron entre sí desconcertados.
–Practicaremos duelo. Tendrán que enfrentarse de a dos. Quien resulte ganador, seguirá compitiendo contra el ganador de otras parejas –anunció y los fue llamando nombrando de a dos al azar–. Jones y Black; Potter y Lupin; McDonald y Evans; Lestrange y Pettigrew; Vance, aguarda un momento y lucharás contra alguno de los compañeros que quede fuera de juego en la primera ronda –indicó.
Eileen sonrió. La primera prueba que le tocó era sencilla. El pobre Peter era malísimo en un duelo, jamás se había enfrentado a ningún compañero con la varita. Mientras dudó en el primer minuto acerca de cómo dejar a la chica fuera de combate, ella lo desarmó y finalizó la lucha. Observó a su alrededor. Sus compañeros todavía seguían batallando. A su lado, Sirius acababa de aturdir a Hestia y también fue uno de los ganadores. Luego les tocó el turno a Lily y Remus que vencieron a Mary y James.
–Excelente, muy bien todos –murmuró el señor Green, mientras les aplicaba el antimaleficio a quienes estaban en el suelo–. Ahora, Lestrange y Lupin por un lado y Black y Evans por el otro. Vance, lucharás contra Pettigrew.
La siguiente competencia fue con público. Hestia y Mary les hacían la hinchada a Eileen, Lily y Emmeline. Esta última, fue la primera en terminar luego de aplicarle un encantamiento de piernas de gelatina a Peter y después desarmarlo. Mientras se enfrentaba a Lupin, Eileen escuchaba a Lily y a Sirius lanzar maleficios, pero no tuvo ocasión de verlos.
Remus era mucho mejor que Peter y era excelente en el encantamiento escudo, con lo que evitaba todos los maleficios que la chica le lanzaba. Ella, por su parte, estaba obligada a actuar rápido y esquivar los ataques de su compañero. Finalmente, consiguió aprovechar un descuido del muchacho y petrificarlo en el piso. Recién en ese momento, notó que eran la última pareja que quedaba peleando. Sirius le había ganado a Lily hacía algunos minutos.
–Muy bien. Vamos ahora con Black y Lestrange.
Si ella creía que Remus era complicado, era porque exigía su concentración al máximo. La estrategia de Sirius era, por el contrario, hablar tonterías y desconcentrarla. No le costó demasiado desarmarla y Eileen protestó de frustración mientras él reía.

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La alianza impensada para cambiar el pasado
FanficPetunia Dursley se entera de la muerte de su hermana y quiere revertir ese hecho. Para eso, acude a la última persona que hubiera pensado: Severus Snape. ¿En qué consistirá el plan de ellos dos para cambiar el pasado y evitar la muerte de Lily?