Capítulo LVIII: El Encantamiento Fidelio

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-¡Eileen, estás completamente loca! Estás hablando de asesinar a uno de mis mejores amigos, por si no te has dado cuenta. -Exclamó James perdiendo la paciencia.

El sol del verano entraba a raudales por la ventana de la cocina del Valle de Godric mientras Eileen, Lily y James tomaban un té aquella tarde de sábado. Sirius estaba desde hacía cuatro días en una misión de la Orden del Fénix. Para poder ir, les había pedido a Lily y James que cuidaran a Amber hasta que él regresara. Los Potter aceptaron gustosos: adoraban a la niña y, además, eran sus padrinos. Aquella tarde, Eileen había pasado a visitarlos y a aprovechar para ver a su hija. Lyra, Amber y Harry jugaban sobre una alfombra que le habían colocado especialmente para ellos.

-Puede que sí, James. Tal vez estoy completamente loca. Y sí, estoy hablando de asesinar. No sé si te has percatado, pero los mortífagos son asesinos. Yo estoy loca, está bien. Pero tú estás actuando como un idiota y un inconsciente ¿Te gusta el riesgo y no le tienes miedo a nada? ¡Perfecto! Yo no soy igual que tú. A mí, pensar en una de mis hijas torturada con el maleficio cruciatus me aterra. Conozco esa maldición en carne propia y haré todo lo posible para que Amber, Lyra y también Harry, no lleguen ni a imaginarse lo que puede doler ese maleficio. Voldemort no va tras de ti, ni tras de Lily. Está buscando a Harry y quiere asesinarlo, James. Si tengo que matar a uno de tus mejores amigos para evitarlo, lo haré. Por más que te opongas. -Explicó ella con la voz afilada y los ojos centelleando de furia. La exasperaba la confianza excesiva que tenía James en Sirius, Peter y Remus. Uno de ellos era un espía y él se negaba a aceptarlo. Lily los miraba a los dos con el rostro pálido. -Y no se trata solo de tu hijo. Quienquiera que sea el espía, sabe que Amber es mi hija. Por consiguiente, tiene la posibilidad de entregársela en bandeja a mis hermanos y a Bellatrix para vengarse de mí. -Añadió la morena.

Eileen y Sirius habían discutido bastante antes de que él partiera a la misión. Primero, ella no quiso que Sirius aceptara irse: se oponía a que Amber se quedara con los Potter, porque eran un objetivo muy expuesto. Luego, le pidió que dejara a la niña en otro lado, pero no había opciones mejores. La muchacha replicó que entonces él debería quedarse, pero Sirius contraatacó recriminándole que cuando ella iba a las reuniones y misiones de los mortífagos dejaba a Lyra con los Elle, Narcisa o Walburga. Derrotada, Eileen admitió que estaban en igualdad de condiciones y aceptó que la beba fuera al Valle de Godric. Ni Lily ni James estaban al tanto de aquella discusión, pero el comentario de la muchacha ya lo había dejado entrever.

James miró a Lily en busca de apoyo para replicarle a Eileen. La pelirroja entendió la expresión en el rostro de su marido. Sin embargo, ella negó con la cabeza.

-Es horrible todo esto. Pero estoy con Eileen. Tenemos que priorizar proteger a los niños. Aunque la idea de matar a quien sea que sea el culpable, me repugna. -Sentenció la pelirroja.

-Bueno, Eileen parece ansiosa por cumplir esa última parte. Si le das un rato, los mata a los tres por las dudas.

-¡James! -Le recriminó su mujer. Pero Eileen ya se había puesto de pie como impulsada por un resorte y se dirigió hacia los niños.

-Lyra, nos vamos. -Murmuró tomando en brazos a una de sus hijas, que comenzó a llorar para volver a jugar con Amber y Harry.

-Eileen, espera un momento. -Le pidió Lily con voz suave, pero ella la ignoró. Le dio un beso a Amber y a Harry.

-Nos vemos, Lily. -La saludó apresuradamente y se dirigió hacia la sala. Sin embargo, antes de que llegara la puerta, esta se abrió y ella, en alerta, apuntó con la varita y cubrió a la niña, que seguía llorando, con su cuerpo. Se suponía que nadie iba a ir a lo de los Potter ese día por la tarde. Por eso mismo, ella había arreglado para ir a visitarlos.

La alianza impensada para cambiar el pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora