Eileen atravesó la Sala Común a toda velocidad y salió apresuradamente por el agujero del retrato de la Dama Gorda. Cruzó el vestíbulo y el Gran Salón y bajó a los terrenos del colegio. Hacía frío y caía una fina llovizna, así que el lugar estaba desierto. Llegó al campo de quidditch con más de media hora de antelación al horario del entrenamiento. Entró al vestuario y se dejó caer en el suelo, enterrando el rostro entre las rodillas. Apretó los labios, tenía un nudo en la garganta y luchaba para no dejar salir las lágrimas que se amontonaban en sus ojos. Estaba enfurecida e indignada. De todas las personas, creía que quien más la entendía era Sirius. Pero el comentario del chico demostraba que en realidad no había comprendido en absoluto la magnitud de la situación.
Estaba dolida, porque se había peleado con alguien a quien había llegado a considerar su verdadero amor. Que él no la entendiera la hería de una manera que no había imaginado posible. Pero, además, Sirius era más que su novio. Era su primer confidente cuando decidió que el mandato de su familia era una porquería; era quien compartía ese mismo sentimiento; era otro sapo de un pozo diferente como ella; era quien la había ayudado a que el verano pasado fuera soportable en la Mansión Lestrange... era en quien siempre había podido confiar.
James Potter entró al vestuario del campo de quidditch para preparar las cosas para el entrenamiento. Aún faltaban quince minutos, pero como no tenía nada que hacer, decidió acomodar todo con tiempo. Recién cuando fue a tomar la caja con las cuatro pelotas notó a la chica que estaba hecha un ovillo en un rincón de la habitación, con el rostro enterrado entre las rodillas y era evidente que estaba llorando, a juzgar por los espasmos de su espalda.
–¡Eileen! –exclamó sorprendido al reconocerla– ¿Qué sucede? –le preguntó en un susurro, sentándose en el suelo junto a ella. La chica no se movió ni tampoco le respondió–. Ven aquí –le dijo en voz baja abrazándola y atrayéndola hacia sí. Ella apoyó la cabeza en su pecho sin dejar de llorar. Él miró la hora. Faltaban diez minutos para que llegara el resto del equipo. Poco a poco, ella se fue tranquilizando–. ¿Qué ocurrió? –Volvió a preguntarle. Ella se enjugó las lágrimas, pero negó con la cabeza sin darle importancia. Sin embargo, se notaba en su rostro que, fuera lo que fuera que le había pasado, era algo que la afectaba de verdad– ¡Oh, ya sé! –murmuró de pronto simulando pensar– Te has golpeado el dedo pequeño del pie con la punta de ese banco –aventuró sonriendo. Logró su cometido, una sonrisa se dibujó en el rostro lloroso de su amiga.
–No, no es eso.
–¿Te caíste por las escaleras?
–¡Qué poco imaginativo! –reprochó ella riendo.
–¿Te mordió un hipogrifo?
–Ni siquiera tienen dientes.
–¿Un perro? –preguntó sin pensar.
–No... –contestó automáticamente, pero enseguida borró la sonrisa–. Sí, un perro que anda buscando una novia que no tenga que esconderse por ahí y de la que pueda presumir en un paseo por Hogsmeade.
–¿Eso ha dicho? –replicó James inmediatamente con incredulidad. Sin embargo, la expresión atormentada de Eileen era suficiente como respuesta afirmativa. Él conocía a Sirius mejor que nadie y sabía cómo lo afectaban siempre los celos hacia su hermano. En los últimos meses, ver a Eileen con él era difícil para su amigo, pero lamentaba que hubiera hecho ese comentario. Especialmente porque estaba seguro de que Sirius también lo estaba lamentando–. Es un idiota. Sé que lo ha dicho porque...
–No se te ocurra justificarlo –suplicó ella nuevamente al borde del llanto.
–No es una justificación, sino una explicación que no es lo mismo. Sirius está que se muere de celos hacia Regulus. Pero es justamente eso por lo que es un idiota.
–Igualmente, no me interesa –replicó con la voz ahogada y los ojos llenos de lágrimas nuevamente. Las voces de los compañeros del equipo se acercaban y ella entró rápidamente al baño enjugándose los ojos.
Eileen se unió a sus compañeros a los pocos minutos y James estaba convencido de que había realizado algún encantamiento para modificar su apariencia. Sus ojos ya no estaban irritados, ni siquiera se veían brillantes. De hecho, si no la hubiera visto llorar a lágrima tendida cinco minutos antes, no habría sospechado que le sucedía nada. Saludó a todo el mundo sonriendo como si nada hubiera pasado. Aunque era posible que James hubiera notado que algo andaba mal cuando la viera jugar. Después del desastre que hizo la chica en ese entrenamiento, él estaba convencido de que al día siguiente, cuando tenían el primer partido de la temporada, perderían estrepitosamente. Su buscadora tenía la cabeza en cualquier parte y enfrentarse a Regulus no le pondría las cosas más sencillas. Sin embargo, sus predicciones fallaron de manera asombrosa. Al día siguiente, Eileen atrapó la snitch tan rápido que el partido finalizó 150 a 0.
***
–Eileen, espera un momento –murmuró James cuando ella estaba a punto de atravesar el agujero del retrato de la Dama Gorda. Ella lo miró a los ojos y luego observó con nerviosismo que nadie más se diera cuenta de aquel intercambio amistoso. Sin embargo, solo estaban en la Sala Común ellos, Sirius y Remus que conversaban a unos metros y Lily y Mary que estaban junto al fuego–. Cualquier cosa que necesites, puedes contar conmigo. Puedes hablarme a través del espejo –le recordó y ella asintió con la cabeza y sonrió. Llevaba dos semanas sin dirigirse la palabra con Sirius. Luego, salió rumbo a la estación de Hogsmeade a tomar el tren que la llevaría a su casa a pasar Navidad y Año Nuevo.
El día de Navidad, los Lestrange fueron invitados a almorzar en Grimmauld Place. Eileen tuvo que poner en práctica todo lo aprendido durante ese año en cuanto a Oclumancia. Sus hermanos sacaron el tema de que pronto ella y Regulus tendrían edad para empezar a cumplir favores con el Señor Tenebroso. La chica sonrió y se mostró entusiasmada, aunque agradeció profundamente cuando Rabastan sugirió que primero debían terminar el colegio. Le quedaban algunos meses de paz aún.
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La alianza impensada para cambiar el pasado
FanfictionPetunia Dursley se entera de la muerte de su hermana y quiere revertir ese hecho. Para eso, acude a la última persona que hubiera pensado: Severus Snape. ¿En qué consistirá el plan de ellos dos para cambiar el pasado y evitar la muerte de Lily?