–¿Por qué esconder un guardapelo en un lugar como ese? –se preguntó Eileen desconcertada en voz alta.
Regulus observaba serio al elfo. Luego, levantó la mirada y se encontró con los ojos negros de su mujer. La expresión de él era seria y preocupada, aunque también se veía pensativo. Ella intentaba mantener su rostro imperturbable, tratando de descubrir qué pensaba su marido. Pero la verdad era que la mente del joven era un torbellino de confusión.
–Estaba entusiasmado. Y mencionó que sus intentos por derrotar a la muerte para siempre estaban dando resultado –murmuró Regulus casi como un pensamiento en voz alta–. Pero no entiendo qué tiene que ver eso con la necesidad de esconder una joya. No es como si fueras a convertirte en un ser inmortal colgándote un collarcito con un relicario.
–A no ser que lo que te haga inmortal estuviera guardado adentro –sugirió ella pensando en voz alta.
Por primera vez, se sentía conectada con Regulus de un modo muy extraño. Eran un equipo intentando descifrar un enigma. Aunque estaba claro que luego los resultados serían analizados de maneras diferentes. Él se admiraría de la inteligencia de su señor, ella fingiría hacer lo mismo pero correría a sacar su espejo del baño y avisarle lo ocurrido a la Orden a la menor oportunidad que tuviera. Pero ahora, Regulus miraba a su esposa con una expresión de espanto y se levantó como impulsado por un resorte para ir hacia la biblioteca. Eileen lo siguió con curiosidad.
–¿Qué pasa? –preguntó la chica.
Regulus no respondió. Simplemente, revisó las estanterías hasta que dio con un enorme libro con tapas de cuero, que parecía tener mil años. Lo colocó sobre el escritorio y comenzó a buscar algo casi con desesperación. Entonces, cuando parecía que finalmente lo encontró, le señaló a Eileen lo que decía el libro.
La despartición del alma
La despartición del alma para crear un horrocrux es considerada una de las formas más siniestras de la magia oscura. Se trata de infligir daño a una persona para fragmentar el alma y a partir de ello, conseguir la esencia para resguardarla. El objeto que se utilice para su guarda debe ser encantado especialmente a ese fin y se recomienda que sea algo duradero, para que pueda resistir.
El fin último de la creación del horrocrux es conseguir seguir vivo a pesar de haber recibido un daño tan grande como una maldición asesina.
–¿Tú crees entonces que el Señor Tenebroso ha creado un horrocrux? –inquirió la muchacha con un hilo de voz.
–Eileen, si es así... esto es demasiado. Alguien que esté dispuesto a dividir su propia alma para ser inmortal. No se trata de una causa de defensa de la sangre pura y la magia. Esto va más allá. Es una sed de poder enfermizo.
Ella observaba a Regulus con los ojos abiertos como platos. No se atrevía a decir una sola palabra. Su marido parecía que acabara de comprender que Voldemort era terrible. Y aunque ella estaba totalmente de acuerdo con lo que estaba diciendo él, no podía correr el tremendo riesgo de darle la razón por temor a lo que pudiera suceder si lo hacía. Regulus continuaba hablando.
–No es simplemente que triunfen las personas de sangre pura por sobre los traidores a la magia y los sangre sucia. Quiere quedarse con el control absoluto de todo y para siempre. No tiene ningún escrúpulo. Alguien capaz de dividir su propia alma, no se detendrá por ninguna razón. Entiéndelo, ha llegado demasiado lejos.
–Lo entiendo –respondió ella en voz baja luego de un momento de silencio.
–Tenemos que detenerlo.
–¿Detenerlo? ¿Detener al Señor de las Tinieblas, Regulus? ¿Qué pretendes hacer? –preguntó desconcertada. Hacía un día, su marido estaba torturando y asesinando gente orgulloso por pertenecer a los mortífagos. Ahora, le proponía a ella que detuvieran a Voldemort como si fuera una tarea sencilla que pudieran llevar a cabo los dos juntos.
–Le pediré a Wilbur que me lleve a esa cueva y traeré el relicario para que lo destruyamos. No diremos nada. Pueden pasar años sin que él decida visitar su horrocrux. Y si tenemos suerte, puede que no vaya nunca y que muera antes.
–Iré contigo –murmuró ella inmediatamente.
Era casi medianoche cuando el elfo condujo a Eileen y Regulus hacia la cueva en la que Voldemort lo había abandonado unas horas antes. Wilbur estaba totalmente espantado por repetir la experiencia, pero no tenía más remedio que obedecer a sus amos. Regulus le aseguró que esta vez no dejaría que sufra ningún daño.
Aparecieron en una playa alejada de cualquier ciudad. El cielo de la noche estaba despejado y las estrellas eran el único punto de luz en el firmamento sin luna. El elfo les mostró dónde estaba la cueva y los dos jóvenes entraron sin dudarlo.
–¡Lumos! –exclamó Regulus iluminando a su alrededor. Las paredes de piedra y tierra eran todo lo que los rodeaba. No parecía haber nada más allí.
–¿Dónde está el lago del que hablaste, Wilbur? –inquirió Eileen.
Su corazón latía a mil por hora. Estaba nerviosa y ni siquiera estaba segura de estar haciendo lo correcto. Había actuado más impulsada por una intuición que por la razón y eso podía ser un caro error. Pero ya no tenía vuelta atrás. No iba a regresar y dejar a Regulus solo, sin saber qué podría hacer él una vez que obtuviera el horrocrux. Todo eso, suponiendo que realmente hubiese allí un objeto que guardara una parte del alma de Voldemort.
El elfo les explicó que para pasar, había que derramar sangre en la pared de la cueva. Sin dudarlo un momento, Regulus se cortó el antebrazo y dejó caer unas gotas. La pared se abrió y atravesaron un sendero que bordeaba un enorme lago. Wilbur les explicó cómo obtener la barca y los dos jóvenes se miraron entre ellos. No podrían subir todos a la pequeña embarcación de madera.
–Iré yo. Tú quédate de este lado y échame una mano si es necesario –dijo Regulus y Eileen asintió con la cabeza.
La chica vio a su marido cruzar el lago con el elfo y beber varias copas de una poción que había en una vasija. Tenía que entornar los ojos para observar con claridad lo que ocurría en la isla que estaba en medio del lago. Podía ver que el elfo asistía al muchacho para beber las copas de lo que fuera que había en aquella vasija. Cuando terminó, sacó el relicario y lo reemplazó con otro similar que había llevado desde la casa de los Black. Desde el borde del lago, Eileen veía a Regulus tembloroso y moviéndose con dificultad. Se encaminó hacia el agua y el elfo intentó detenerlo, pero él consiguió zafarse. Regulus juntó sus manos en forma de cazuela para beber agua y unas manos viscosas tiraron de él hacia el fondo.
Eileen apuntó hacia esas criaturas y lanzó un maleficio tras otro, intentando detenerlos, pero eran cada vez más. Regulus no parecía estar haciendo nada por defenderse y ella estaba empezando a preocuparse. Wilbur intentaba tirar de su amo hacia la parte de la isla en donde no pudieran alcanzarlo los cadáveres. Cuando los inferis consiguieron arrastrar al joven al fondo del lago, ella desesperada se arrojó al agua para salvarlo.
El agua estaba totalmente repleta de esas desagradables criaturas. Eileen comenzó a nadar y lanzar maleficios, pero enseguida tenía dos o tres inferis arrastrándola de las piernas, brazos, tironeando su cabello, su cuello y hundiéndola hacia las profundidades. Intentó respirar, pero todo lo que consiguió aspirar fue una bocanada de agua. Sus pulmones se llenaron de líquido y cuando tosió bajo el agua, se ahogó cada vez más. La oscuridad la envolvió y sentía puntadas en la garganta. No sabía si los inferis la estaban extrangulando o si era una sensación por estar completamente sumergida. Le estallaban los oídos y cada vez tenía menos fuerzas para luchar. Intentó pedirle a Wilbur que los llevara a ella y Regulus a casa, pero solo consiguió largar el poco oxígeno que le quedaba en una frase incomprensible bajo el agua. La debilidad se apoderó de ella y cerró los ojos abandonando la lucha por completo.
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La alianza impensada para cambiar el pasado
FanfictionPetunia Dursley se entera de la muerte de su hermana y quiere revertir ese hecho. Para eso, acude a la última persona que hubiera pensado: Severus Snape. ¿En qué consistirá el plan de ellos dos para cambiar el pasado y evitar la muerte de Lily?